EL ÁGUILA POLACA: ROSA LUXEMBURGO
Líber
Romero
Este artículo
pretende desarrollar algunas de las ideas principales del pensamiento de Rosa
Luxemburgo, una comunista, agitadora y escritora de alto vuelo teórico. Un
águila del marxismo al decir de Lenin, que pagara con su vida su compromiso por
un mundo sin explotados ni explotadores.
Por
diferentes motivos su pensamiento ha sido marginal dentro del movimiento
comunista[i].
Sus polémicas con Lenin y los bolcheviques, dados en forma fraterna y directa,
llevaron a que sus ideas fueran defenestradas por el estalinismo.
Este artículo
no es un examen exhaustivo, en primer lugar por lo escueto del espacio. En
segundo término, porque no hemos consultado el conjunto de sus obras, sino
aquellas más significativas (con todos los defectos de esta selección). Otra
dificultad no menos importante es que no se encuentran todas sus obras
traducidas al español e incluso en las que sí lo están hemos encontrado
variantes semánticas importantes (en tal caso hemos utilizado aquella que
creemos refleja mejor el pensamiento de Rosa).
La función
de este artículo, pues, es servir como un insumo para un acercamiento a la
lectura crítica de la obra de Luxemburgo.
EL CONTEXTO HISTÓRICO.
El periodo
histórico en el que desarrolla su vida política es el final del largo siglo XIX
(1789-1914), lo que los historiadores llaman la época del imperialismo (1870-1914). Es en este período en donde las potencias
industriales afirman su primacía sobre el resto de mundo a través de la
injerencia directa o indirecta. Se desarrolla la división internacional del
trabajo concentrándose la producción de manufactura en unos pocos países
mientras el resto se insertan como productores de materia prima.
Época de
creciente estabilidad social en los países imperialistas- producto de
crecimiento económico, de la mejora de la calidad de vida de amplios sectores
de la población y de la obtención de derechos políticos , por lo menos de los
hombres- y de inestabilidad mundial-consecuencia de la competencia por nuevos
mercados y de las resistencia de las poblaciones nativas-. Este periodo
histórico terminará con la eclosión de las
rivalidades existentes entre los capitalistas en la primera guerra
mundial.
Cuando se
habla de la globalización capitalista se olvida que ya sobre el final del siglo
XIX están intercomunicadas amplias regiones del mundo cuyo único punto en común
era la opresión por parte de los países industrializados. El desarrollo
científico- técnico era causa fundamental de dicho abismo, especialmente el
desarrollo de la nueva tecnología bélica que permitía dominar a sangre y fuego
amplias zonas del planeta. Supremacía económica y militar de los países
capitalistas, que entre 1880 y 1914
pasaron a la conquista anexión y administración formal de territorios ajenos a
Europa y al continente americano. La mayor parte del mundo fue dividida en
territorios que quedaron bajo el gobierno formal o dominio político informal de
los diferentes Estados. Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos,
Bélgica, Estados Unidos, Japón. Y dos
grandes zonas fueron totalmente divididas África y el Pacífico.
El imperialismo se caracteriza
por la concentración de la producción en empresas cada vez más grandes, que al
llegar a un grado determinado de su desarrollo conduce a la monopolización. La
competencia se convierte en monopolio. Se socializan la producción, los
procesos de los inventos y los perfeccionamientos técnicos pero la apropiación
continúa siendo privada.
Las ganancias ya no se encuentran en el sector productivo sino
en el financiero. Los bancos concentran el capital monetario y lo van controlando.
El banco deja de ser el intermediario para convertirse en un
"inversor", en un sector
monopólico que controla el capital. Se produce así una fusión entre los bancos
y los que controlan la bolsa. Los dueños de los bancos participan de los
directorios de las fábricas, a través de las acciones, de la misma manera que
los dueños de estas participan de los bancos. Esto se complementa con la
participación de antiguos funcionarios estatales en la dirección de los mismos.
Los intereses estatales se fusionan con los del capital financiero.
El monopolio genera
inevitablemente una tendencia al estancamiento y a la descomposición. En la
medida que por un tiempo se fijan
precios monopolistas, desaparecen
durante un lapso las causas estimulantes del progreso técnico y por lo tanto de
todo avance. Incluso existe la posibilidad de que un monopolio evite el mismo
comprando y "guardando" avances técnicos que puedan servir a la
competencia (aún así la competencia no puede ser eliminada indefinidamente).
En la época del imperialismo la
exportación de capitales sustituye a la de mercancías. Y esta exportación de
capitales acentúa el divorcio entre el sector rentista y la producción, lo que
imprime un sello de parasitismo a todo el país que vive de la explotación del trabajo
de unos cuantos países y colonia de ultramar. Los capitalistas se reparten el
mundo y lo hacen según su capital, según su fuerza. Si este proceso es o no
pacífico, no elimina la esencia de las contradicciones interimperialistas.
Es a
partir de este desarrollo someramente descrito que Lenin define las siguientes
características del imperialismo: "(…)sin olvidar lo convencional y
relativo de todas las definiciones en general, que jamás pueden abarcar en
todos sus aspectos las relaciones de lo definido en su desarrollo completo,
conviene dar una definición de imperialismo que contenga los cinco rasgos
fundamentales siguientes: 1) la concentración de la producción y del capital
llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios,
los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del
capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este
«capital financiero», de la oligarquía financiera; 3) la exportación de
capitales a diferencia de la exportación de mercancías adquiere una importancia
particularmente grande: 4) la formación de asociaciones internacionales
monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la
terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas
más importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en
que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero,
ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el
reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de
toda la tierra entre los países capitalistas más importantes."(LENIN, 1960
:799)
La segunda internacional y sus debates.
El propio
desarrollo del capitalismo hace que el número de trabajadores asalariados se
multiplique, y se formen núcleos importantes en los países de industrialización
temprana o donde se inicia la revolución Industrial entre 1870 y 1914 (parte de
Europa, EEUU, Japón). A fines del siglo XIX, aproximadamente 2/3 de la
población que vivía en las grandes
ciudades (más de 100.000 habitantes) trabajaba en la industria.
La clase
obrera no era homogénea y existían
muchas dificultades para su unificación (religiosas, sectoriales, nacionales,
geográficas, etc.) Estas diferencias son subsanadas a través de la ideología
que trasmite la organización: un objetivo común que nuclea. En los últimos años del decenio 1880-1890,
reaparece la internacional obrera, se restablece la celebración del 1º de Mayo,
los grupos socialistas comienzan a hacerse presentes en el parlamento.
La
identificación entre partido y proletario dificultó la posibilidad de atraerse
a otros estratos sociales. Pero en ocasiones la influencia de los partidos
obreros se extendió más allá de ellos. En general (salvo el caso de Millerand,
en 1899 en Francia), no se integraron a los gobiernos burgueses ya que
consideraban que implicaba abandonar la condición de revolucionarios u
oposición radical.
El
desarrollo del marxismo posterior a 1870 tuvo que dar respuesta a un conjunto
de interrogantes que no estaban desarrolladas en Marx y Engels, a lo que se
sumaba la desaparición física de ambos (1883 y 1895 respectivamente). La
creación de la segunda internacional en 1891 dio un marco internacional a las
diferencias que surgían a la interna de los partidos nacionales, enriqueciendo
la discusión al enmarcarlas en un plano general[ii].
Los temas en discusión abarcaban la estrategia, táctica y organización del
movimiento socialdemócrata.
En el
aspecto filosófico existía la intención de sustituir la dialéctica hegeliana
por el pensamiento kantiano. En especial esto adquiría fuerza donde el
positivismo ya había sustituido de hecho el desarrollo contradictorio y
complejo de la historia humana por un esquema mecanicista. Vinculado con ello
por un lado se cuestionaba la tesis de las contradicciones intrínsecas del modo
de producción capitalista al observarse
que el crecimiento económico de las últimas décadas del siglo demostraba
el no cumplimiento de la tesis de la
pauperización de las capas medias. Por otro lado, se enfrentaba a esta
interpretación la de otros marxistas que trataban de distinguir los elementos
fenoménicos de los esenciales de la nueva situación[iii]. En el ámbito estratégico- táctico estaba en
discusión si la revolución solo era posible en los países que habían alcanzado
cierto grado de desarrollo económico o no y
enmarcada en esta discusión se encontraba el papel del partido y los
medios para conseguir la llegada del socialismo[iv].
Desde el punto de vista organizativo se enfrentaban dos concepciones de partido
revolucionario, uno en donde centralismo y democracia eran vistos mecánicamente
como opuestos y otro que instauraba el centralismo-democrático como principio
organizativo. Incluido en esta polémica se discutía si el partido solo debía
utilizar los medios legales o si tenía que estar preparado siempre para
utilizar según las circunstancias los métodos legales e ilegales[v].
Un tema que atravesaba el conjunto de
las discusiones era la autodeterminación de los pueblos, en donde las
diferencias de opinión estaban no solo en función del país al que pertenecía el
partido en cuestión sino a apreciaciones sobre
si era o no conveniente levantar la bandera nacionalista.[vi]
Entre las
resoluciones más importantes que toma la II internacional se encontraba la
definición de responder con una huelga insurreccional a un conflicto bélico
mundial.[vii]
En
esa organización internacional el partido con mayor incidencia era el Partido Socialdemócrata
Alemán (PSDA), tanto por su grado de organización y peso
teórico de sus dirigentes como
por su influencia sobre grandes contingentes de trabajadores que además se
reflejaba no solo en la influencia sindical sino electoralmente.[viii]
BREVE ESBOZO BIOGRÁFICO
"Suele suceder que las
águilas vuelen más bajo que las gallinas, pero una gallina jamás puede remontar
vuelo como un águila". Rosa Luxemburgo se equivocó respecto de la
independencia de Polonia; se equivocó en 1903 en su análisis del menchevismo;
se equivocó en la teoría de la acumulación de capital; se equivocó en junio de
1914 cuando, junto con Plejanov, Vandervelde, Kautsky y otros abogó por la
unidad de bolcheviques y mencheviques; se equivocó en lo que escribió en
prisión en 1918 (corrigió la mayoría de estos errores a fines de 1918 y
comienzos de 1919 cuando salió en libertad). Pero, a pesar de sus errores fue
—y para nosotros sigue siendo— un águila. Y no sólo los comunistas de todo el
mundo venerarán su memoria, sino que su biografía y sus obras completas (…)serán
manuales útiles para la educación de muchas generaciones de comunistas de todo
el mundo” LENIN “Notas de un publicista”(1922)
Rosa nació
el 5 de marzo de 1870 o 1871 en Zamosc (Polonia) en una familia numerosa (tenía
5 hermanos). Su padre era dueño de un aserradero, y había sido educado en
Alemania. En su hogar por lo tanto se hablaba polaco y alemán, a lo que Rosa
sumó el aprendizaje del ruso. A los 2 años y medio se trasladan con su familia
a Varsovia. A los 5 años contrajo una enfermedad en la cadera, por lo que tuvo
que pasar un año en cama y producto de un mal diagnóstico rengueó€ levemente el
resto de su vida. A los 13 años ingresa en la escuela secundaria para mujeres
de Varsovia. Se gradúa en 1887 con excelentes calificaciones pero se le niega
la medalla de oro por su actitud rebelde.
Fue
durante la secundaria que empezó a actuar en el movimiento revolucionario
clandestino, ingresando en el Partido proletario aliado al movimiento narodnik
(populista). En 1889 cuando su arresto era eminente decide abandonar Polonia.
En Zúrich ingresa a la universidad donde en 1897 se doctora en ciencias
políticas, ahí conoce a Leo Jogiches con quien compartirá su vida durante 15 años.
En 1892
estuvo entre los fundadores del Partido Socialista Polaco (PSP). Las
diferencias con el grupo formado estuvo en el tema nacional. Rosa pensaba que
era una trampa poner en el primer plano la lucha nacional ya que se corría el
riesgo de colocar al movimiento obrero como furgón de cola de la burguesía.
En 1894
rompe con el PSP y funda la Socialdemocracia del Reino de Polonia que 5 años
más tarde se convertirá en el Partido Socialista Democrático de Polonia y
Lituania(PSDPL). A pesar de vivir durante la mayoría de su vida adulta en
Alemania, Luxemburgo permanecía como la principal teórica de la
socialdemocracia polaca, liderando el partido junto a Jogiches, su principal
organizador. Representó al
PSDPL en la internacional socialista
entre 1904 y 1914. En 1905 participó activamente de la revolución polaca, que
buscaba liberarse de la opresión rusa. Debido a esto es detenida.
Para poder
actuar políticamente en Alemania necesitaba ser ciudadana y para conseguirlo se
casó en abril de 1897 con Gustav Lubcek. Casamiento de común acuerdo, como así
lo confirma un dato anecdótico: a las puertas del registro ya se iniciaron los
trámites de divorcio.
Los
dirigentes del PSDA tuvieron que aprender a respetar su inteligencia: la
consideraban una jovencita extrajera insolente y para colmo mujer. Se la trató
de ubicar dentro de la organización femenina del PSDA, cosa que Rosa rechazó.
Consideraba que era dirigente tanto de hombres como de mujeres (más allá que
era íntima amiga de Clara Zetkin).
Su inteligencia y habilidad
retórica le fueron ganando espacios y se convirtió en un dirigente respetado
dentro del partido. En los primeros años del siglo XX Luxemburgo comenzó a
enseñar marxismo y economía en el centro de formación teórica del Partido, de
ahí proviene los materiales que sintetiza en
“La acumulación del capital”.
Participa
protagónicamente en los principales debates de este partido. En 1898 se
enfrentará primero al revisionismo de Bernstein a través de una de sus obras
más famosas “Reforma o revolución”. En 1910 su polémica sobre el papel de la
huelga política de masas será con el
teórico principal del PSDA: Kaustky.
Sus
polémicas con Lenin estuvieron en la forma de organización del Partido, la
relación entre la ideología socialista y el movimiento obrero, el derecho a la
autodeterminación de los pueblos y la crítica a algunas acciones concretas de
los bolcheviques.[ix]
El
estallido de la primera guerra mundial pondrá a prueba las resoluciones sobre
enfrentar la guerra imperialista con huelga insurreccional. La mayoría de los
partidos socialdemócratas europeos se
enmarcaron en la guerra. En ese momento cerrará filas junto con Lenin enfrentando la postura de la mayoría de la
socialdemocracia de participar de la “unión sagrada”. Junto con Karl
Liebknecht, Clara Zetkin y Franz
Mehring creará en 1916 la liga
espartaquista, embrión del futuro partido comunista, que intentará generar una
huelga general para detener la guerra.
Sus ideas y accionar la convertían en un peligro para el gobierno
burgués por lo que es encarcelada entre febrero de 1915 a noviembre de
1918 (salvo cuatro meses de libertad en 1916).
Acompañó
la insurrección de 1918 pese a no estar de acuerdo por considerarla inoportuna
y prematura. Derrotada la revuelta, pasó
a la clandestinidad. En su último
escrito se puede apreciar tanto su fe en la capacidad de las masas de aprender
de sus derrotas y continuar luchando como su honestidad intelectual. Asumía
autocríticamente que “ (…) la dirección ha fracasado. Pero la dirección puede y
debe ser creada de nuevo por las masas y a partir de las masas. Las masas son
lo decisivo, ellas son la roca sobre la que se basa la victoria final de la
revolución. Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta
"derrota" una pieza más de esa serie de derrotas históricas que
constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del
tronco de esta "derrota" florecerá la victoria futura.”
(LUXEMBURGO, 1999: 5). El 15 de
enero la encontraron, la llevaron al hotel Eden y la asesinaron. Cuatro meses
después su cadáver apareció flotando en el canal Landwrhr, casi irreconocible.
EN DEFENSA DEL CARÁCTER REVOLUCIONARIO
DEL PARTIDO
Unos de
los centros del trabajo de Luxemburgo fue el desarrollo de su defensa del
partido revolucionario ante el revisionismo y el oportunismo. Preocupada por el
accionar revisionista del SPDA y su accionar de contención de las masas, hizo
hincapié en el carácter espontáneo y combativo de la clase obrera. En tal
sentido desarrolló una idea del papel de la conciencia revolucionaria y de la
organización partidaria distinta a la de Lenin.
El combate al revisionismo de Berstein
”(…)el fin último socialista es el
único aspecto decisivo que diferencia al
movimiento socialdemócrata de la democracia burguesa y del radicalismo
burgués, es lo único que transforma el movimiento
obrero de chapuza inútil para salvar al orden capitalista en lucha de clases contra ese orden y
para conseguir su abolición” LUXEMBURGO
“¿Reforma y Revolución?.”(1900)
El
desarrollo teórico de Rosa en torno a la construcción de un partido revolucionario se da en varios
niveles de confrontación y en el marco de la experiencia del movimiento obrero
alemán. La confrontación tiene por un lado una faceta teórica con los escritos
de Berstein, pero también y Luxemburgo
no elude el problema, con la práctica concreta de los socialdemócratas
alemanes.
En el
marco del PSDA surge el revisionismo, expresado teóricamente en un conjunto
de artículos de Bernstein aparecidos
entre 1897 y 1898 en el New Zeit,
órgano de prensa del PSDA y
posteriormente en el libro “Las premisas del socialismo y las tareas de
la socialdemocracia” (1899). Bernstein, fundamenta la improbabilidad del
hundimiento del capitalismo y plantea su capacidad de adaptabilidad a través de
distintos mecanismos como el desarrollo del crédito, la organización de las
empresas, transportes y transmisión de noticias; la existencia de las capas
medias y el crecimiento de las misma y la elevación de la situación económica
del proletariado producto de la lucha sindical. De hecho negaba la necesidad
objetiva del socialismo confundiendo la esencia de la explotación capitalista capital-trabajo
con la posibilidad concreta de lograr una mejor redistribución de la riqueza.
Su
publicación no mereció, en un principio, la respuesta de los principales
dirigentes del PSDA (Kaustky, Bebel, Liebknecht). Las afirmaciones contenidas
en los artículos realizaban un fundamento teórico a la práctica de un conjunto
de dirigentes (en especial del sur de Alemania) que con su actitud en el
parlamento terminaban conciliando con las clases dominantes.
La
discusión sobre las propuestas de Bernstein continuó durante unos años no solo
en el PSDA sino en el conjunto del movimiento socialista. En los congresos de
1901 y 1903 del PSDA y en el congreso de la segunda internacional de 1904 se
aprobaron mociones de repudio a la base teórica del revisionismo.
El
revisionismo derrotado formalmente siguió siendo practicado, asumiendo los
dirigentes del PSDA lo que Ignaz Auer, secretario del partido, le escribiera a
Bernstein “…uno no toma formalmente la decisión de hacer las cosas que tu
sugieres, uno no dice esas cosas, simplemente las hace”. Algunos autores
plantean que los funcionarios del partido eran los que estaba más de acuerdo
con el gradualismo y el revisionismo.
Hay dos
ediciones distintas de “¿Reforma o revolución?” preparadas por la propia Rosa.
La primera en 1900 y la otra en 1908. Las diferencias se encuentran en que la
segunda incorpora nuevas experiencias sobre la crisis económica y se eliminan
los párrafos que pedían la separación de
los revisionistas (que al momento ya ocupaban responsabilidades de dirección
del PSDA, además las tesis revisionistas habían sido formalmente rechazadas con
sus propios votos).
Lo que critica Bernstein no es el
ritmo, el desarrollo más o menos rápido de las contradicciones del capitalismo,
sino el propio desarrollo contradictorio del capitalismo y la conexión de esto
con el tránsito al socialismo. Frente a este postulado Luxemburgo plantea la justificación científica del
socialismo basada en: 1-La anarquía de la economía capitalista que convierte su
decadencia en inevitable, 2-La socialización progresiva del proceso de
producción, 3- La organización y conciencia de la clase obrera. Bresntein
atacaba el primero de estos postulados al afirmar la capacidad de adaptabilidad
de la industria y al hacerlo quitaba la necesidad objetiva de la existencia del
socialismo. “Surge aquí la gran cuestión: ¿Por qué y cómo
llegamos al objetivo final de nuestro empeño? Desde el punto de vista del
socialismo científico la necesidad histórica de la revolución socialista se
manifiesta, sobre todo, en la anarquía creciente del sistema capitalista, que conduce a éste a un
callejón sin salida. No obstante, si se admite, con Bernstein, que el
desarrollo capitalista no marcha hacia su propia destrucción, entonces el
socialismo deja de ser una necesidad objetiva; de los pilares de su
fundamentación científica únicamente le restan las otras dos consecuencias del
orden capitalista: la socialización del proceso de producción y la conciencia
de clase del proletariado” (LUXEMBURGO, 1978: 47).
El ataque del revisionismo es contra la base objetiva del
socialismo. Busca quitarle su justificación histórica y convertirlo en un
desenvolvimiento meramente teórico. No es casual que hoy se ataque al marxismo
desde el método sustituyendo la dialéctica por el relativismo y se intente
sustituir el sujeto social de los cambios. Luxemburgo se encarga de demostrar
como los medios de adaptabilidad del capitalismo esgrimidos por Bernstein
tienden al fracaso, porque parten de dos supuestos ilógicos: 1- el mercado
mundial crece en forma infinita, 2- se interrumpe el crecimiento de las fuerzas
productivas.
El oportunismo como manifestación
sociohistórica
“(…)nada más ajeno al método
histórico dialéctico del pensamiento
marxista que el separar los fenómenos sociales de su marco histórico y
presentar esos fenómenos como fórmulas abstractas susceptibles de ser aplicadas en forma absoluta y general.” LUXEMBURGO “Problemas organizativos de la socialdemocracia
(1904)”
La defensa
de la concepción revolucionaria del partido la encuentra debatiendo no solo en
forma teórica con Bernstein sino desnudando las prácticas que en el propio PSDA
aparecían. Así afirma que el oportunismo surge de las condiciones sociales, no
de las cabezas individuales. No existe un antídoto permanente contra el
oportunismo, salvo el propio desarrollo del movimiento. El oportunismo “es un producto y
una fase inevitable del desarrollo histórico del movimiento
obrero” una vez que se reconoce, que aparece como un fenómeno visible hay que
atacarlo. Es fruto de las propias contradicciones que se produce
a la interna del movimiento obrero entre
anhelar un sistema nuevo y pelear dentro del viejo.
No es un
problema que se pueda solucionar de antemano o tratado de aislar al partido de
los lugares “contaminantes”. Cada avance, cada conquista genera en la interna
de la organización nuevos problemas, frenos que son necesarios descubrir para
poder superarlos dialécticamente. “(…)Por un lado, las masas; por el otro, su
objetivo histórico, situado fuera de la sociedad imperante. Por un lado, la
lucha cotidiana; por el otro, la revolución social. Tales los términos de la contradicción
dialéctica por la cual avanza el movimiento socialista. De ahí se
desprende que la mejor manera en que puede avanzar el movimiento es oscilando entre
los dos peligros que lo acechan constantemente.
Uno es la pérdida de su carácter masivo; el otro, el abandono del objetivo. Uno es el peligro de
retrotraerse al estado de secta; otro,
el peligro de convertirse en un movimiento para la reforma social
burguesa. Por eso es ilusorio, y va en contra
de la experiencia histórica, esperar
fijar de una vez por todas la orientación de la lucha socialista revolucionaria con métodos formales,
que se supone defenderán al movimiento obrero de toda posibilidad de
desviación oportunista.
La teoría
marxista es un arma segura para reconocer y combatir las manifestaciones típicas del
oportunismo. Pero el movimiento socialista es un movimiento de masas, sus
peligros no son producto de las maquinaciones
insidiosas de individuos y grupos, surgen de situaciones sociales
inevitables. No podemos resguardamos por adelantado contra todas las
posibilidades de desviación oportunista. Sólo el movimiento puede superar esos
peligros, con la ayuda de la teoría marxista,
sí, pero recién después de que esos peligros se hayan hecho tangibles.
Desde este
punto de vista el oportunismo aparece como un producto y una fase inevitable del
desarrollo histórico del movimiento obrero”(LUXEMBURGO,1976:154-156).
La autora aprecia que el
desarrollo del oportunismo se da con mayor frecuencia en el ámbito
parlamentario en donde los camaradas sobrevaloran la posibilidad de las
reformas sociales, la colaboración de clases
y partidos, la fe en una evolución
pacífica hacia el socialismo. “Esto ocurre al colocar a los intelectuales, como
parlamentarios, por encima del proletariado, y separándolos del proletariado dentro del propio partido socialista.
Con el crecimiento del movimiento obrero, el parlamentarismo se vuelve un trampolín para los oportunistas políticos. Por eso tantos fracasados con ambiciones de la
burguesía corren a cobijarse bajo la bandera de los partidos
socialistas. Otra fuente del oportunismo contemporáneo la constituyen los
grandes medios materiales con que cuenta la
socialdemocracia, y la influencia de las grandes organizaciones
socialdemócratas.
El partido
es el baluarte que defiende al movimiento clasista de las desviaciones
parlamentaristas burguesas. Para triunfar, dichas tendencias deben destruir el
baluarte. Deben disolver al sector activo, consciente
del proletariado en la masa amorfa del "electorado".
Así surgen las tendencias
"autonomistas" y descentralizantes en nuestros partidos socialdemócratas.” (LUXEMBURGO, 1976:150-151)
Entre los
cuadros se producen desajustes frente a los “cambios” de la realidad que se
manifiestan a veces en la indisciplina, en no confiar en que la orgánica sea
capaz de resolver en tiempo, forma y contenido los nuevos desafíos o en asumir
que no es correcta su evaluación son parte de los problemas que acontecen. La
incorporación de compañeros no preparados ideológicamente, o dejados a su saber
y entender por una orgánica que no se transforma a la nueva realidad hace que
el fenómeno se reproduzca.
Sería erróneo presuponer que Luxemburgo pensara que el oportunismo es un mal
exclusivo de los intelectuales y que un obrero por su sola condición de tal
está al margen del problema. El intelectual “(…)tiene mayor tendencia que el obrero a caer en
aberraciones oportunistas. El obrero, decimos, puede encontrar apoyo revolucionario real en sus intereses de clase, siempre que
no abandone su medio ambiente, o sea,
la masa trabajadora. Pero la forma concreta que asume la tendencia al oportunismo del intelectual y, sobre todo, la forma en que esa inclinación se expresa en
el terreno organizativo son cuestiones que dependen siempre del medio
social en que se mueve”
Tengamos presente que los oportunistas carecen
de principios, se adaptan a la situación en función de sus conveniencias
personales. Lo que los lleva a aceptar cualquier reglamento y/o resolución, no
jugándose decisivamente por nada en la interna partidaria para quedar siempre
bien posicionado. Está claro que en esta concepción ningún estatuto por
perfecto que este sea garantiza un freno al oportunismo. “Esto
sólo es posible si la socialdemocracia tiene un núcleo proletario fuerte, políticamente culto, con la
suficiente conciencia de clase como
para ser capaz, como en Alemania, de arrastrar a los elementos desclasados
y pequeñoburgueses que se unen al partido. En
ese caso, la mayor rigidez en la aplicación del principio de centralización y
la disciplina más severa formulada específicamente en los estatutos del partido pueden ser una barrera
efectiva contra el peligro
oportunista.(…)Pero inclusive en este
terreno no debemos pensar que el estatuto del partido es un arma que, de alguna manera, basta por sí misma. Puede, en el mejor de los casos, ser un
método de coerción para imponer la
voluntad de la mayoría proletaria en el partido. Si esa mayoría no
existe de nada servirán las sanciones más drásticas.”
La defensa de Rosa de la
disciplina como voluntaria y consciente es fundamental, la opone a la
concepción de una disciplina militar. “La autodisciplina de la socialdemocracia no es el
simple reemplazo de la autoridad de la
burguesía dominante por la autoridad
de un Comité Central socialista. La clase obrera será consciente de la nueva disciplina, la autodisciplina libre
de la socialdemocracia, no como
resultado de la disciplina que le impone el Estado capitalista sino extirpando de raíz los viejos
hábitos de obediencia y servilismo”
(LUXEMBURGO, 1976: 144-145).
Espontaneísmo y organización partidaria
“Hablemos
claramente. Históricamente, los errores cometidos por un movimiento verdaderamente revolucionario son infinitamente más fructíferos que la infalibilidad del Comité
Central más astuto” R. LUXEMBURGO “Problemas
organizativos de la socialdemocracia” (1904).
El acápite
es de los textos más utilizados para contraponer a Luxemburgo con la concepción
leninista de Partido. Si bien la cita es de una obra en donde Luxemburgo critica a Lenin, es necesario
contextualizarla en el conjunto del libro y en el momento histórico. Para
comprender en toda su magnitud la polémica entre Lenin y Luxemburgo hay que
tener en cuenta que el primero intenta unificar en un solo partido a las
distintas organizaciones socialistas autónomas y organizar al movimiento obrero
en el marco de la más feroz opresión y
la segunda tienen como objetivo que la clase obrera alemana recupere su
ímpetu revolucionario ahogado por la estructura
burocrática y reformista del PSDA[x].
Además debemos tener siempre presente que en las polémicas que se desarrollaron
en este periodo del movimiento obrero internacional se exacerbaban las posturas
para que no existiera posibilidad de confusiones, para delimitar campos, por lo
que tomar fragmentos de los textos sin contextualizarlos en el conjunto del
pensamiento del autor, puede arrojar errores o tergiversaciones del mismo.
Rosa en su discusión con Lenin no niega la
necesidad de centralismo del partido sino que lo que discute es su grado de
centralidad. Este centralismo es necesario para responder al capitalismo. No
obstante no lo considera un tema prioritario, como sí lo es en la concepción
leninista, sino como una necesidad formal. “En términos generales, es innegable
que una fuerte tendencia a la
centralización es inherente al movimiento socialdemócrata. (…) la
socialdemocracia generalmente es hostil a toda manifestación de localismo o federalismo. Busca unificar a todos los obreros y organizaciones obreras en un partido
único, por encima de sus diferencias
nacionales, religiosas o laborales. (…)Es claro que la socialdemocracia rusa no
debe organizarse como conglomerado federativo de muchos grupos
nacionales. Debe constituirse en partido
único para todo el imperio. Pero eso no es lo que está en discusión aquí. Lo
que estamos considerando es el grado de centralización necesario dentro
del partido ruso unificado para hacer frente a la situación peculiar bajo la
cual debe funcionar” (LUXEMBURGO, 1976: 142).
El origen
de su discrepancia se encuentra en cómo asume la autora la adquisición de conciencia por parte del
proletariado, del lugar que ocupa en la producción y de su objetivo histórico
como clase revolucionaria, es decir de cómo pasa de ser clase en sí para convertirse en clase
para sí. Lenin desarrolla en el “¿Qué hacer?” la tesis que dejadas a su propio accionar los obreros
organizados no pasaría de una concepción economicista de la lucha, debe ser el
Partido el que introduzca la ideología socialista a las masas obreras[xi].
Luxemburgo
parte del análisis de que las contradicciones del capitalismo llevarán al mismo
a la catástrofe. Estas contradicciones conllevará a la agudización de la lucha de
clases. En ese marco la rebeldía espontánea, inconsciente de la clase obrera se
irá fogueando y adquiriendo, en el propio proceso de la lucha, un nivel
superior. Esto provocara que los obreros
comprendan su papel en el modo de producción capitalista y el partido se constituirá naturalmente en
el centro que aglutina al conjunto de los descontentos, de los excluidos. Para
Rosa la organización del Partido y la conciencia creciente de los obreros sobre
los objetivos de la lucha y la lucha
misma son distintos aspectos del mismo proceso.
Lo que no
resuelve la autora es cómo se genera el movimiento ascensional de la clase
obrera. Si el Partido no actúa sobre la clase obrera como vanguardia, si no
asume como parte de su papel ingresar desde afuera la ideología socialista e
incentivar la elevación de la lucha de clase, su rol se vuelve pasivo. Se convierte en una
organización que espera el desarrollo de la combatividad obrera. En el planteo
de Luxemburgo se aprecia una subestimación de la capacidad de dominio consensual
de la ideología dominante. Existe además una contradicción entre el pensamiento
voluntarista que cree en el autodesarrollo de la conciencia en la clase obrera
y la confianza en el desarrollo objetivo de las condiciones de crisis.
No debemos
olvidar que la profundización de Rosa sobre el tema de la espontaneidad de las
masas apuntaba a un hecho real del desarrollo del PSDA en el que militaba.
En donde observaba con preocupación cómo
su influencia y grado de organización podía llevar a que el mismo fuera un
freno para el desarrollo de la combatividad de las masas.
El Papel del Partido
“La
organización o falsa estimación de la función de la organización en la lucha de
clase es completada habitualmente por la subestimación de las masa proletarias
no organizadas y de su madurez política” R. LUXEMBURGO, “Huelga de masas, partido y sindicatos” (1906)
Luxemburgo
argumenta que el centralismo es una tendencia en función del desarrollo y la
educación de la clase obrera. Es el movimiento espontáneo de las masas lo que
genera a los grandes dirigentes y la fortaleza de las organizaciones. “Pero es un
hecho que la socialdemocracia no está unida al proletariado.
Es el proletariado. Y por ello el centralismo socialdemócrata es
distinto del centralismo blanquista. Puede ser sólo la voluntad concentrada de
los individuos y grupos representantes de los sectores más conscientes, activos
y avanzados de la clase obrera.
Es, por así decirlo, el "auto-centralismo" de los sectores más avanzados del proletariado. Es el predominio de la
mayoría dentro de su propio partido”
(LUXEMBURGO, 1976:144). Para Rosa la centralización del Partido es producto de
accionar consciente del proletariado. La comprensión del centralismo como una
necesidad va a garantizar la disciplina consciente y voluntaria. Mientras que
los cuadros partidarios lo vean como algo ajeno, caduco o encorcetador se
convertirá en una traba para el desarrollo orgánico. La solución frente a estos
problemas no puede ser administrativa sino política.
A ello suma la necesidad de una
base material del Partido revolucionario. “Las
condiciones indispensables para la implantación del centralismo socialdemócrata son: 1) la existencia de un
gran contingente de obreros educados
en la lucha política, 2) la posibilidad de que los obreros desarrollen su actividad política a través de la influencia
directa en la vida pública, en la prensa del partido, en congresos públicos, etcétera.” Y para la autora “estas condiciones no están dadas en Rusia. La
primera —una vanguardia proletaria, consciente de sus intereses de
clase, capaz de autodirigirse en la lucha
política— recién está surgiendo en Rusia. (…)La segunda condición sólo
puede existir en un régimen de
libertades políticas” (LUXEMBURGO,1976:
144-145). Lenin en su momento discrepó con las conclusiones que sobre el POSDR
realizó Luxemburgo, afirmando
teóricamente primero y comprobando prácticamente después que era posible la creación de
un partido poderoso y centralizado. No obstante la apreciación inicial era de
hecho compartida, hay
que relacionar esta afirmación de Rosa con la actitud de Lenin luego de tomado
el poder en Rusia y su intento de incorporar obreros al Comité Central del
partido. En el proceso de ascenso revolucionario se produce una variación
sustancial en la cantidad y composición
del Partido bolchevique que Lenin
advierte.
Su concepción del desarrollo de la lucha de
clases y el papel que cumple el Partido en la misma se ve claramente cuando
Rosa contrapone el desarrollo de las masas a la de la propia dirección del
Partido. Para ella el desarrollo de la dirección del partido siempre marcha más atrás en la comprensión de
la coyuntura histórica. Analizando la experiencia de la Revolución Rusa de 1905
afirma que “(…)la
existencia de ese centro probablemente hubiera incrementado la desorganización de los comités locales al acentuar la diferencia
entre el avance ávido de las masas y la línea prudente de la
socialdemocracia.(…) En general, no se
puede "inventar" la táctica de la socialdemocracia. Es el producto de una serie de grandes
actos creadores de una lucha de clases a menudo espontánea que busca la manera de avanzar.” (LUXEMBURGO, 1976:
147)
No es
casual que se utilicen estos párrafos por algunos de los llamados
“neomarxistas”, que tratan de fundamentar a través de Rosa la inexistencia de
dirección. Rosa no niega que la vanguardia debe cumplir el papel de
dirigir, incentivar, estar preparada para la lucha y mostrar los movimientos
tácticos, sin el cual el movimiento de las masas es caótico, pero lo que define
la madurez del momento histórico es la masa y no el partido. Mientras mayor sea el movimiento de masas, su
grado de combatividad menos necesario es la participación de los dirigentes, que
estos casos se transforman en ejecutores de los “deseos” de las masas. La
tensión está dada entre espontaneidad y conciencia ¿ Es capaz el Partido de
poder actuar sobre la espontaneidad sin frenarla?. Dirigir no es obedecer, sino
mostrar el camino y que las masas lo asuman como propio. Hay sin dudas una
tensión dialéctica, en la que Rosa no comparte la solución dada por Lenin.
“Lo
inconsciente precede a lo consciente. La lógica del proceso histórico precede a la lógica
subjetiva de los seres humanos que participan en el proceso histórico. Existe
una tendencia a que los organismos que
dirigen el partido socialista desempeñen un rol conservador. La experiencia
demuestra que cada vez que el movimiento obrero gana terreno esos organismos
lo mantienen hasta el último momento.
Lo transforman al mismo tiempo en una especie de bastión que detiene aun más el avance.”(LUXEMBURGO, 1976: 147)
La lógica
del proceso histórico
precede a la lógica subjetiva de los seres humanos que participan en el proceso
histórico. Ahora esto no niega la necesidad que el elemento consciente, el Partido como intelectual colectivo, actúe para forja al “inconsciente” a partir del
conocimiento de la realidad. ¿Cómo comprender la realidad sin el papel de
educador del Partido?. Se podría argumentar que el elemento espontáneo producto de la situación objetiva preceda al
accionar del Partido, es producto de su incapacidad de valorar correctamente la
coyuntura política y prever los posibles escenarios de la lucha de clases o que
siempre la estructura partidaria va a mostrar retraso con respecto a lo real
concreto. Ahora este es un problema permanente en cualquier partido que se
asuma como transformador de la realidad y cuya solución no puede ser una cita
de autoridad. Aún en el Partido mejor fogueado la situación del desborde de masas
se puede dar, el tema es cómo se posiciona el mismo frente a tal acontecimiento.
Pensemos lo que le ocurre a los propios
bolcheviques en julio del 17. Lo que no puede ocurrirle a un partido
revolucionario es que esta excepción se convierta en tendencia. Esto conlleva a
comprender entre las redes multicausales
cuál es el nudo que hay que desatar. Cuál es el eslabón que tira y hace
comprensible la cadena.
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[i]
Stalin en un artículo de 1931 “Problemas de la
historia del bolchevismo” la hará responsable de la teoría de la revolución
permanente de quién Trostky la habría tomado. Así el “luxemburguismo” se
transformó en una desviación dentro del movimiento comunista lo que obstaculizo
la publicación de las obras completas de Rosa reclamadas por Lenin. Posteriormente los resurgimientos de las
ideas de Rosa se harán para contraponerla a Lenin, así sucedió en los 60 y en
parte de los 90.
[ii] “(…)el congreso de París (julio de 1900) decidió la
creación de un Comité Internacional Permanente: éste se reunió por primera vez a finales de 1900 y se
autodenominó Buró Socialista
Internacional (BSI). Estaba formado por
dos delegados de cada país, se reunía cada año en sesión plenaria, tenía su sede en Bruselas y
disponía de un secretariado permanente
en el cual la delegación belga desempeñaba el papel de comité ejecutivo.
En un principio, el BSI era tan sólo un
rudimentario engranaje en un mecanismo
imperfecto. Pero después de 1905, cuando Camille Huysmans se hizo cargo
del secretariado, el BSI se consolidó como
órgano de coordinación de las iniciativas socialistas internacionales en el intervalo entre congreso y
congreso. A sus sesiones anuales asistían normalmente todos los personajes famosos de la gran familia socialista de la
época: Vandervelde y Anseele por Bélgica; Jaurés, Vaillant y Guesde por Francia; Kautsky, Singer, Rosa Luxemburg y Haase por Alemania; Troelstra y Van
Kol por Holanda; Plejánov y Lenin
por los social-demócratas de Rusia;
Rubánovich por los socialistas-revolucionarios; Branting por Suecia; Rakovski por Rumania; Keir Hardie y Hyndman por Gran Bretaña; S. Katayama por el
Japón; Viktor Adler por Austria;
Knudsen y Stauning por Dinamarca; Turati y Morgari por Italia; Hillquit
por Estados Unidos.
En 1904 se decidió la formación de una Comisión Interparlamentaria
Socialista (CIS), que tenía por objeto «posibilitar una acción común en torno a
las grandes cuestiones políticas,
económicas e internacionales», coordinando
las actividades parlamentarias socialistas a escala mundial. De 1906 a 1910
esta comisión convocó cinco conferencias plenarias, que se
superpusieron en alguna medida a las reuniones del BSI.
Por último, se propusieron una serie de instancias específicas para determinadas categorías de
militantes. Los periodistas socialistas se congregaron entre 1906 y 1910 en cuatro reuniones internacionales. En 1907, la
primera Conferencia Internacional de
Mujeres Socialistas decidió crear un Comité Internacional para cuya dirección
fue elegida Clara Zetkin. Hacia esta misma
época, por iniciativa de la Juventud
Socialista de Alemania se formó la Federación Internacional de la Juventud
Socialista, cuyo comité ejecutivo
estaba formado por Henri de Man, L. Frank y K. Liebknecht. La primera
Conferencia Internacional de la
Juventud Socialista tuvo lugar en Stuttgart, paralelamente al congreso de la
Internacional. La Internacional de la Juventud, que recibió la adhesión de las organizaciones de jóvenes socialistas de todos
los países donde éstas existían, se
dotó en 1908 de un secretariado permanente dirigido por Robert
Danneberg, y con sede en Viena.
Sin embargo, más que por esta red de instituciones comunes, la cohesión de la Internacional se
vio reforzada al imponerse a todas las
secciones un modelo común: el Partido
Social-Demócrata Alemán. “ (DROZ,
1985: 760-761)
[iii] Bernstein de hecho introduce
la polémica en forma implícita y que es retomada por el austromarxismo.
[iv] En este punto se enfrentaban
entre otros Kaustky y Plejanov con Lenin, Luxemburgo y Trostky.
[v] La polémica que
desarrollaremos será la de Lenin con Luxemburgo.
[vi] “El principio marxista de la lucha de clases y el principio radical del derecho de los pueblos a la
autodeterminación no se excluían mutuamente en absoluto. Pero hubiese sido necesario articular el segundo en relación con el primero y, sobre todo, determinar el punto a partir del cual
el segundo ponía en peligro la
posibilidad de que se alcanzasen los objetivos previstos por el primero. Pero
la Segunda Internacional, aunque nunca escatimó resoluciones y declaraciones,
jamás elaboró ni ratificó ningún documento de orden
general sobre el problema de la práctica socialista en torno a la cuestión nacional: sólo trató este punto
desde el ángulo concreto y cotidiano en que se presentaba “(DROZ, 1985 :774). En tal
sentido durante el período estudiado se enfrentaron las tesis de Luxemburgo,
Stalin y Lenin, y Renner..
[vii] La internacional había
resuelto en varios congreso una táctica preventiva frente a la eminencia de la
guerra que incluía, la agitación de masas en torno a la paz, movilización
frente a los posibles enfrentamientos armados, propone un arbitraje frente al
conflicto y negarse a la diplomacia
secreta (la paz o la guerra debe ser una decisión del pueblo. Frente a la
guerra la respuesta debe ser la huelga. Lenin, Luxemburgo, Liebknecht y Trostky
permanecería fieles a las resoluciones de enfrentar a la guerra imperialista,
mientras que el resto de los dirigentes socialdemócratas claudicaría ante la
unión sagrada. La “unión sagrada”, se le llamó a la política de conciliación de
clases en función de la defensa de la Nación, básicamente, más allá de las
variante en cada país, tuvo dos etapas 1) la votación de los gastos de guerra
en el parlamento y 2) la integración de los gobierno burgueses.
[viii] Con un sufragio universal
masculino y sobre un total de 397 escaños en el Reichstag. En 1887 obtenía
763.000 votos y 11 escaños parlamentarios, en 1890 1.427.000 votos y 35
escaños, en 1893 1.786.000 y 44
diputados, en 1898 más de 2.107.000 de votos y 56 escaños, en 1903 3.010.000 y
81 diputados y en 1907 3.258.000 y 43
diputados. En vísperas de la primera guerra mundial su impresionante fuerza se
notaba en que 1912 obtuvo 4.250.000
votos (34.7 %) y 110 escaños. Contaba ese año con un millón de afiliados y
publicaba 90 periódicos con más de 1.400.000 suscriptores. Tenía un capital de
21.500.000 de marcos y alrededor de 3.500 funcionarios.
[ix] Para conocer los argumentos de
la polémica se puede leer las opiniones de Luxemburgo al respecto en “Problema
organizativos de la socialdemocracia” (1904) “La cuestión nacional y la
autonomía”(1909) y “Sobre la Revolución Rusa” (1918). Las opiniones de Lenin sobre los mismos temas son
desarrolladas en “Que hacer”(1902) “Un paso adelante, dos pasos atrás”(1904),”Acerca
del folletos Junios” (1916) “Sobre el derecho de las naciones a la
autodeterminación” (1914) y los escritos posteriores a octubre de 1917
[x] Ahora seamos
claro para Lenin el centralismo-democrático es un principio organizativo que es
diferente a la forma que asuma la organización. “La camarada Luxemburgo da por
supuesto, que yo defiendo un sistema de organización sobre cualquier otro.
Pero, en realidad, no hay tal cosa(.…)lo que yo defiendo(…)son los principios
elementales de cualquier organización de partido que pueda imaginarse. En mi
libro no se examina el problema de la diferencia entre este o el otro
sistema de organización, sino el
problema de cómo es necesario apoyar, criticar y corregir el sistema que sea,
siempre y cuando no contradígalos principios del partido” LENIN ( AAVV, 1978: 65)
[xi] “Hemos dicho que los obreros no podían
tener conciencia socialdemócrata. Esta sólo podía ser introducida desde
fuera. La historia de todos los países atestigua que la clase obrera,
exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de elaborar
una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que es necesario
agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la
promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc” (LENIN,
1960:149)
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