domingo, 14 de abril de 2013

EL ÁGUILA POLACA: ROSA LUXEMBURGO



EL ÁGUILA POLACA: ROSA LUXEMBURGO
Líber Romero

Este artículo pretende desarrollar algunas de las ideas principales del pensamiento de Rosa Luxemburgo, una comunista, agitadora y escritora de alto vuelo teórico. Un águila del marxismo al decir de Lenin, que pagara con su vida su compromiso por un mundo sin explotados ni explotadores.
Por diferentes motivos su pensamiento ha sido marginal dentro del movimiento comunista[i]. Sus polémicas con Lenin y los bolcheviques, dados en forma fraterna y directa, llevaron a que sus ideas fueran defenestradas por el estalinismo.
Este artículo no es un examen exhaustivo, en primer lugar por lo escueto del espacio. En segundo término, porque no hemos consultado el conjunto de sus obras, sino aquellas más significativas (con todos los defectos de esta selección). Otra dificultad no menos importante es que no se encuentran todas sus obras traducidas al español e incluso en las que sí lo están hemos encontrado variantes semánticas importantes (en tal caso hemos utilizado aquella que creemos refleja mejor el pensamiento de Rosa).
La función de este artículo, pues, es servir como un insumo para un acercamiento a la lectura crítica de la obra de Luxemburgo.

EL CONTEXTO HISTÓRICO.

El periodo histórico en el que desarrolla su vida política es el final del largo siglo XIX (1789-1914), lo que los historiadores llaman la época del imperialismo (1870-1914).  Es en este período en donde las potencias industriales afirman su primacía sobre el resto de mundo a través de la injerencia directa o indirecta. Se desarrolla la división internacional del trabajo concentrándose la producción de manufactura en unos pocos países mientras el resto se insertan como productores de materia prima.
Época de creciente estabilidad social en los países imperialistas- producto de crecimiento económico, de la mejora de la calidad de vida de amplios sectores de la población y de la obtención de derechos políticos , por lo menos de los hombres- y de inestabilidad mundial-consecuencia de la competencia por nuevos mercados y de las resistencia de las poblaciones nativas-. Este periodo histórico terminará con la eclosión de las  rivalidades existentes entre los capitalistas en la primera guerra mundial.
Cuando se habla de la globalización capitalista se olvida que ya sobre el final del siglo XIX están intercomunicadas amplias regiones del mundo cuyo único punto en común era la opresión por parte de los países industrializados. El desarrollo científico- técnico era causa fundamental de dicho abismo, especialmente el desarrollo de la nueva tecnología bélica que permitía dominar a sangre y fuego amplias  zonas del planeta.  Supremacía económica y militar de los países capitalistas, que  entre 1880 y 1914 pasaron a la conquista anexión y administración formal de territorios ajenos a Europa y al continente americano. La mayor parte del mundo fue dividida en territorios que quedaron bajo el gobierno formal o dominio político informal de los diferentes Estados. Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Bélgica, Estados Unidos, Japón.  Y dos grandes zonas fueron totalmente divididas África y el Pacífico.
El imperialismo se caracteriza por la concentración de la producción en empresas cada vez más grandes, que al llegar a un grado determinado de su desarrollo conduce a la monopolización. La competencia se convierte en monopolio. Se socializan la producción, los procesos de los inventos y los perfeccionamientos técnicos pero la apropiación continúa siendo privada.
Las ganancias ya  no se encuentran en el sector productivo sino en el financiero. Los bancos concentran el capital monetario y lo van controlando. El banco deja de ser el intermediario para convertirse en un "inversor",  en un sector monopólico que controla el capital. Se produce así una fusión entre los bancos y los que controlan la bolsa. Los dueños de los bancos participan de los directorios de las fábricas, a través de las acciones, de la misma manera que los dueños de estas participan de los bancos. Esto se complementa con la participación de antiguos funcionarios estatales en la dirección de los mismos. Los intereses estatales se fusionan con los del capital financiero.
El monopolio genera inevitablemente una tendencia al estancamiento y a la descomposición. En la medida que por un tiempo se fijan  precios monopolistas,  desaparecen durante un lapso las causas estimulantes del progreso técnico y por lo tanto de todo avance. Incluso existe la posibilidad de que un monopolio evite el mismo comprando y "guardando" avances técnicos que puedan servir a la competencia (aún así la competencia no puede ser eliminada indefinidamente).
En la época del imperialismo la exportación de capitales sustituye a la de mercancías. Y esta exportación de capitales acentúa el divorcio entre el sector rentista y la producción, lo que imprime un sello de parasitismo a todo el país que vive de la explotación del trabajo de unos cuantos países y colonia de ultramar. Los capitalistas se reparten el mundo y lo hacen según su capital, según su fuerza. Si este proceso es o no pacífico, no elimina la esencia de las contradicciones interimperialistas.
Es a partir de este desarrollo someramente descrito que Lenin define las siguientes características del imperialismo: "(…)sin olvidar lo convencional y relativo de todas las definiciones en general, que jamás pueden abarcar en todos sus aspectos las relaciones de lo definido en su desarrollo completo, conviene dar una definición de imperialismo que contenga los cinco rasgos fundamentales siguientes: 1) la concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este «capital financiero», de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales a diferencia de la exportación de mercancías adquiere una importancia particularmente grande: 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de toda la tierra entre los países capitalistas más importantes."(LENIN, 1960 :799)

La segunda internacional y sus debates.

El propio desarrollo del capitalismo hace que el número de trabajadores asalariados se multiplique, y se formen núcleos importantes en los países de industrialización temprana o donde se inicia la revolución Industrial entre 1870 y 1914 (parte de Europa, EEUU, Japón). A fines del siglo XIX, aproximadamente 2/3 de la población que  vivía en las grandes ciudades (más de 100.000 habitantes) trabajaba en la industria.
La clase obrera no era homogénea y  existían muchas dificultades para su unificación (religiosas, sectoriales, nacionales, geográficas, etc.) Estas diferencias son subsanadas a través de la ideología que trasmite la organización: un objetivo común que nuclea.  En los últimos años del decenio 1880-1890, reaparece la internacional obrera, se restablece la celebración del 1º de Mayo, los grupos socialistas comienzan a hacerse presentes en el parlamento.
La identificación entre partido y proletario dificultó la posibilidad de atraerse a otros estratos sociales. Pero en ocasiones la influencia de los partidos obreros se extendió más allá de ellos. En general (salvo el caso de Millerand, en 1899 en Francia), no se integraron a los gobiernos burgueses ya que consideraban que implicaba abandonar la condición de revolucionarios u oposición radical.
El desarrollo del marxismo posterior a 1870 tuvo que dar respuesta a un conjunto de interrogantes que no estaban desarrolladas en Marx y Engels, a lo que se sumaba la desaparición física de ambos (1883 y 1895 respectivamente). La creación de la segunda internacional en 1891 dio un marco internacional a las diferencias que surgían a la interna de los partidos nacionales, enriqueciendo la discusión al enmarcarlas en un plano general[ii]. Los temas en discusión abarcaban la estrategia, táctica y organización del movimiento socialdemócrata.
En el aspecto filosófico existía la intención de sustituir la dialéctica hegeliana por el pensamiento kantiano. En especial esto adquiría fuerza donde el positivismo ya había sustituido de hecho el desarrollo contradictorio y complejo de la historia humana por un esquema mecanicista. Vinculado con ello por un lado se cuestionaba la tesis de las contradicciones intrínsecas del modo de producción capitalista al observarse  que el crecimiento económico de las últimas décadas del siglo demostraba el no cumplimiento de la tesis de  la pauperización de las capas medias. Por otro lado, se enfrentaba a esta interpretación la de otros marxistas que trataban de distinguir los elementos fenoménicos de los esenciales de la nueva situación[iii].  En el ámbito estratégico- táctico estaba en discusión si la revolución solo era posible en los países que habían alcanzado cierto grado de desarrollo económico o no y  enmarcada en esta discusión se encontraba el papel del partido y los medios para conseguir la llegada del socialismo[iv]. Desde el punto de vista organizativo se enfrentaban dos concepciones de partido revolucionario, uno en donde centralismo y democracia eran vistos mecánicamente como opuestos y otro que instauraba el centralismo-democrático como principio organizativo. Incluido en esta polémica se discutía si el partido solo debía utilizar los medios legales o si tenía que estar preparado siempre para utilizar según las circunstancias los métodos legales e ilegales[v]. Un  tema que atravesaba el conjunto de las discusiones era la autodeterminación de los pueblos, en donde las diferencias de opinión estaban no solo en función del país al que pertenecía el partido en cuestión sino a apreciaciones sobre  si era o no conveniente levantar la bandera nacionalista.[vi]
Entre las resoluciones más importantes que toma la II internacional se encontraba la definición de responder con una huelga insurreccional a un conflicto bélico mundial.[vii]
En esa  organización internacional  el partido con mayor  incidencia era el Partido Socialdemócrata Alemán (PSDA), tanto por su grado de organización y  peso  teórico de sus dirigentes  como por su influencia sobre grandes contingentes de trabajadores que además se reflejaba no solo en la influencia sindical sino electoralmente.[viii]

BREVE ESBOZO BIOGRÁFICO
"Suele suceder que las águilas vuelen más bajo que las gallinas, pero una gallina jamás puede remontar vuelo como un águila". Rosa Luxemburgo se equivocó respecto de la independen­cia de Polonia; se equivocó en 1903 en su análisis del menchevismo; se equivocó en la teoría de la acumulación de capital; se equivocó en junio de 1914 cuando, junto con Plejanov, Vandervelde, Kautsky y otros abogó por la unidad de bolcheviques y mencheviques; se equivocó en lo que escribió en prisión en 1918 (corrigió la mayoría de estos errores a fines de 1918 y comienzos de 1919 cuando salió en libertad). Pero, a pesar de sus errores fue —y para nosotros sigue siendo— un águila. Y no sólo los comunis­tas de todo el mundo venerarán su memoria, sino que su biografía y sus obras completas (…)serán manuales útiles para la educación de muchas generaciones de comunistas de todo el mundo” LENIN “Notas de un publicista”(1922)
Rosa nació el 5 de marzo de 1870 o 1871 en Zamosc (Polonia) en una familia numerosa (tenía 5 hermanos). Su padre era dueño de un aserradero, y había sido educado en Alemania. En su hogar por lo tanto se hablaba polaco y alemán, a lo que Rosa sumó el aprendizaje del ruso. A los 2 años y medio se trasladan con su familia a Varsovia. A los 5 años contrajo una enfermedad en la cadera, por lo que tuvo que pasar un año en cama y producto de un mal diagnóstico rengueó€ levemente el resto de su vida. A los 13 años ingresa en la escuela secundaria para mujeres de Varsovia. Se gradúa en 1887 con excelentes calificaciones pero se le niega la medalla de oro por su actitud rebelde.
Fue durante la secundaria que empezó a actuar en el movimiento revolucionario clandestino, ingresando en el Partido proletario aliado al movimiento narodnik (populista). En 1889 cuando su arresto era eminente decide abandonar Polonia. En Zúrich ingresa a la universidad donde en 1897 se doctora en ciencias políticas, ahí conoce a Leo Jogiches con quien compartirá su vida durante 15 años.
En 1892 estuvo entre los fundadores del Partido Socialista Polaco (PSP). Las diferencias con el grupo formado estuvo en el tema nacional. Rosa pensaba que era una trampa poner en el primer plano la lucha nacional ya que se corría el riesgo de colocar al movimiento obrero como furgón de cola de la burguesía.
En 1894 rompe con el PSP y funda la Socialdemocracia del Reino de Polonia que 5 años más tarde se convertirá en el Partido Socialista Democrático de Polonia y Lituania(PSDPL). A pesar de vivir durante la mayoría de su vida adulta en Alemania, Luxemburgo permanecía como la principal teórica de la socialdemocracia polaca, liderando el partido junto a Jogiches, su principal organizador. Representó al PSDPL  en la internacional socialista entre 1904 y 1914. En 1905 participó activamente de la revolución polaca, que buscaba liberarse de la opresión rusa. Debido a esto es detenida.
Para poder actuar políticamente en Alemania necesitaba ser ciudadana y para conseguirlo se casó en abril de 1897 con Gustav Lubcek. Casamiento de común acuerdo, como así lo confirma un dato anecdótico: a las puertas del registro ya se iniciaron los trámites de divorcio.
Los dirigentes del PSDA tuvieron que aprender a respetar su inteligencia: la consideraban una jovencita extrajera insolente y para colmo mujer. Se la trató de ubicar dentro de la organización femenina del PSDA, cosa que Rosa rechazó. Consideraba que era dirigente tanto de hombres como de mujeres (más allá que era íntima amiga de Clara Zetkin).
Su inteligencia y habilidad retórica le fueron ganando espacios y se convirtió en un dirigente respetado dentro del partido. En los primeros años del siglo XX Luxemburgo comenzó a enseñar marxismo y economía en el centro de formación teórica del Partido, de ahí proviene los materiales que sintetiza en  “La acumulación del capital”.
Participa protagónicamente en los principales debates de este partido. En 1898 se enfrentará primero al revisionismo de Bernstein a través de una de sus obras más famosas “Reforma o revolución”. En 1910 su polémica sobre el papel de la huelga política de masas  será con el teórico principal del  PSDA: Kaustky.
Sus polémicas con Lenin estuvieron en la forma de organización del Partido, la relación entre la ideología socialista y el movimiento obrero, el derecho a la autodeterminación de los pueblos y la crítica a algunas acciones concretas de los bolcheviques.[ix]
El estallido de la primera guerra mundial pondrá a prueba las resoluciones sobre enfrentar la guerra imperialista con huelga insurreccional. La mayoría de los partidos socialdemócratas  europeos se enmarcaron en la guerra. En ese momento cerrará filas junto con Lenin enfrentando la postura de la mayoría de la socialdemocracia de participar de la “unión sagrada”. Junto con Karl Liebknecht, Clara Zetkin y  Franz Mehring  creará en 1916 la liga espartaquista, embrión del futuro partido comunista, que intentará generar una huelga general para detener la guerra.  Sus ideas y accionar la convertían en un peligro para el gobierno burgués por lo que es encarcelada entre febrero de 1915 a noviembre de 1918 (salvo cuatro meses de libertad en 1916).
Acompañó la insurrección de 1918 pese a no estar de acuerdo por considerarla inoportuna y  prematura. Derrotada la revuelta, pasó a la clandestinidad.  En su último escrito se puede apreciar tanto su fe en la capacidad de las masas de aprender de sus derrotas y continuar luchando como su honestidad intelectual. Asumía autocríticamente que “ (…) la dirección ha fracasado. Pero la dirección puede y debe ser creada de nuevo por las masas y a partir de las masas. Las masas son lo decisivo, ellas son la roca sobre la que se basa la victoria final de la revolución. Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta "derrota" una pieza más de esa serie de derrotas históricas que constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del tronco de esta "derrota" florecerá la victoria futura.” (LUXEMBURGO, 1999: 5).  El 15 de enero la encontraron, la llevaron al hotel Eden y la asesinaron. Cuatro meses después su cadáver apareció flotando en el canal Landwrhr, casi irreconocible.

EN DEFENSA DEL CARÁCTER REVOLUCIONARIO DEL PARTIDO

Unos de los centros del trabajo de Luxemburgo fue el desarrollo de su defensa del partido revolucionario ante el revisionismo y el oportunismo. Preocupada por el accionar revisionista del SPDA y su accionar de contención de las masas, hizo hincapié en el carácter espontáneo y combativo de la clase obrera. En tal sentido desarrolló una idea del papel de la conciencia revolucionaria y de la organización partidaria distinta a la de Lenin.

El combate al revisionismo de Berstein
”(…)el fin último socialista es el único aspecto decisivo que diferencia al movimiento socialdemócrata de la democracia burguesa y del radicalismo burgués, es lo único que transforma el movimiento obrero de chapuza inútil para salvar al orden capita­lista en lucha de clases contra ese orden y para conseguir su abolición” LUXEMBURGO “¿Reforma y Revolución?.”(1900)
El desarrollo teórico de Rosa en torno a la construcción de un  partido revolucionario se da en varios niveles de confrontación y en el marco de la experiencia del movimiento obrero alemán. La confrontación tiene por un lado una faceta teórica con los escritos de Berstein, pero también  y Luxemburgo no elude el problema, con la práctica concreta de los socialdemócratas alemanes.
En el marco del PSDA surge el revisionismo, expresado teóricamente en un conjunto de  artículos de Bernstein aparecidos entre 1897 y 1898 en el   New Zeit, órgano de prensa del PSDA y  posteriormente en el libro “Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” (1899). Bernstein, fundamenta la improbabilidad del hundimiento del capitalismo y plantea su capacidad de adaptabilidad a través de distintos mecanismos como el desarrollo del crédito, la organización de las empresas, transportes y transmisión de noticias; la existencia de las capas medias y el crecimiento de las misma y la elevación de la situación económica del proletariado producto de la lucha sindical. De hecho negaba la necesidad objetiva del socialismo confundiendo la esencia de  la explotación capitalista capital-trabajo con la posibilidad concreta de lograr una mejor redistribución de la riqueza.
Su publicación no mereció, en un principio, la respuesta de los principales dirigentes del PSDA (Kaustky, Bebel, Liebknecht). Las afirmaciones contenidas en los artículos realizaban un fundamento teórico a la práctica de un conjunto de dirigentes (en especial del sur de Alemania) que con su actitud en el parlamento terminaban conciliando con las clases dominantes.
La discusión sobre las propuestas de Bernstein continuó durante unos años no solo en el PSDA sino en el conjunto del movimiento socialista. En los congresos de 1901 y 1903 del PSDA y en el congreso de la segunda internacional de 1904 se aprobaron mociones de repudio a la base teórica del revisionismo.
El revisionismo derrotado formalmente siguió siendo practicado, asumiendo los dirigentes del PSDA lo que Ignaz Auer, secretario del partido, le escribiera a Bernstein “…uno no toma formalmente la decisión de hacer las cosas que tu sugieres, uno no dice esas cosas, simplemente las hace”. Algunos autores plantean que los funcionarios del partido eran los que estaba más de acuerdo con el gradualismo y el revisionismo.
Hay dos ediciones distintas de “¿Reforma o revolución?” preparadas por la propia Rosa. La primera en 1900 y la otra en 1908. Las diferencias se encuentran en que la segunda incorpora nuevas experiencias sobre la crisis económica y se eliminan los párrafos  que pedían la separación de los revisionistas (que al momento ya ocupaban responsabilidades de dirección del PSDA, además las tesis revisionistas habían sido formalmente rechazadas con sus propios votos).
Lo que critica Bernstein no es el ritmo, el desarrollo más o menos rápido de las contradicciones del capitalismo, sino el propio desarrollo contradictorio del capitalismo y la conexión de esto con el tránsito al socialismo. Frente a este postulado Luxemburgo  plantea la justificación científica del socialismo basada en: 1-La anarquía de la economía capitalista que convierte su decadencia en inevitable, 2-La socialización progresiva del proceso de producción, 3- La organización y conciencia de la clase obrera. Bresntein atacaba el primero de estos postulados al afirmar la capacidad de adaptabilidad de la industria y al hacerlo quitaba la necesidad objetiva de la existencia del socialismo. “Surge aquí la gran cuestión: ¿Por qué y cómo llegamos al objetivo final de nuestro empeño? Desde el punto de vista del socialismo científico la necesidad histórica de la revolución socialista se manifiesta, sobre todo, en la anarquía creciente del  sistema capitalista, que conduce a éste a un callejón sin salida. No obstante, si se admite, con Bernstein, que el desarrollo capitalista no marcha hacia su propia destrucción, entonces el socialismo deja de ser una necesidad objetiva; de los pilares de su fundamentación científica únicamente le restan las otras dos consecuencias del orden capitalista: la socialización del proceso de producción y la conciencia de clase del proletariado” (LUXEMBURGO, 1978: 47).
El ataque del revisionismo es contra la base objetiva del socialismo. Busca quitarle su justificación histórica y convertirlo en un desenvolvimiento meramente teórico. No es casual que hoy se ataque al marxismo desde el método sustituyendo la dialéctica por el relativismo y se intente sustituir el sujeto social de los cambios. Luxemburgo se encarga de demostrar como los medios de adaptabilidad del capitalismo esgrimidos por Bernstein tienden al fracaso, porque parten de dos supuestos ilógicos: 1- el mercado mundial crece en forma infinita, 2- se interrumpe el crecimiento de las fuerzas productivas.

El oportunismo como manifestación sociohistórica
“(…)nada más ajeno al método histórico dialéctico del pensa­miento marxista que el separar los fenómenos sociales de su marco histórico y presentar esos fenómenos como fórmulas abstractas susceptibles de ser aplicadas en forma absoluta y general.” LUXEMBURGO “Problemas organizativos de la socialdemocracia (1904)”
La defensa de la concepción revolucionaria del partido la encuentra debatiendo no solo en forma teórica con Bernstein sino desnudando las prácticas que en el propio PSDA aparecían. Así afirma que el oportunismo surge de las condiciones sociales, no de las cabezas individuales. No existe un antídoto permanente contra el oportunismo, salvo el propio desarrollo del movimiento. El oportunismo “es un producto y una fase inevitable del desarrollo histórico del movi­miento obrero” una vez que se reconoce, que aparece como un fenómeno visible hay que atacarlo.  Es fruto de las propias contradicciones que se produce a  la interna del movimiento obrero entre anhelar un sistema nuevo y pelear dentro del viejo.
No es un problema que se pueda solucionar de antemano o tratado de aislar al partido de los lugares “contaminantes”. Cada avance, cada conquista genera en la interna de la organización nuevos problemas, frenos que son necesarios descubrir para poder superarlos dialécticamente. “(…)Por un lado, las masas; por el otro, su objetivo histórico, situado fuera de la sociedad imperante. Por un lado, la lucha cotidiana; por el otro, la revolución social. Tales los términos de la contradicción dialéctica por la cual avanza el movimiento socialista. De ahí se desprende que la mejor manera en que puede avanzar el movimiento es oscilando entre los dos peligros que lo acechan constantemente. Uno es la pérdida de su carácter masivo; el otro, el abandono del objetivo. Uno es el peligro de retrotraerse al estado de secta; otro, el peligro de convertirse en un movimiento para la reforma social burguesa. Por eso es ilusorio, y va en contra de la experiencia histórica, esperar fijar de una vez por todas la orientación de la lucha socialista revolucionaria con métodos formales, que se supone defenderán al movimiento obrero de toda posibilidad de desviación oportunista.
La teoría marxista es un arma segura para reconocer y combatir las manifestaciones típicas del oportunismo. Pero el movimiento socialista es un movimiento de masas, sus peligros no son producto de las maquinaciones insidiosas de individuos y grupos, surgen de situaciones sociales inevitables. No podemos resguardamos por adelantado contra todas las posibilidades de desviación oportunista. Sólo el movimiento puede superar esos peligros, con la ayuda de la teoría marxista, sí, pero recién después de que esos peligros se hayan hecho tangibles.
Desde este punto de vista el oportunismo aparece como un producto y una fase inevitable del desarrollo histórico del movi­miento obrero”(LUXEMBURGO,1976:154-156).
La autora aprecia que el desarrollo del oportunismo se da con mayor frecuencia en el ámbito parlamentario en donde los camaradas sobrevaloran la posibilidad de las reformas sociales, la colaboración de clases y partidos, la fe en una evolu­ción pacífica hacia el socialismo. “Esto ocurre al colocar a los intelectuales, como parlamentarios, por encima del proletaria­do, y separándolos del proletariado dentro del propio partido socialista. Con el crecimiento del movimiento obrero, el parlamen­tarismo se vuelve un trampolín para los oportunistas políticos. Por eso tantos fracasados con ambiciones de la burguesía corren a cobijarse bajo la bandera de los partidos socialistas. Otra fuente del oportunismo contemporáneo la constituyen los grandes medios materiales con que cuenta la socialdemocracia, y la influencia de las grandes organizaciones socialdemócratas.
El partido es el baluarte que defiende al movimiento clasista de las desviaciones parlamentaristas burguesas. Para triunfar, dichas tendencias deben destruir el baluarte. Deben disolver al sector activo, consciente del proletariado en la masa amorfa del "electorado".
Así surgen las tendencias "autonomistas" y descentralizantes en nuestros partidos socialdemócratas. (LUXEMBURGO, 1976:150-151)
Entre los cuadros se producen desajustes frente a los “cambios” de la realidad que se manifiestan a veces en la indisciplina, en no confiar en que la orgánica sea capaz de resolver en tiempo, forma y contenido los nuevos desafíos o en asumir que no es correcta su evaluación son parte de los problemas que acontecen. La incorporación de compañeros no preparados ideológicamente, o dejados a su saber y entender por una orgánica que no se transforma a la nueva realidad hace que el fenómeno se reproduzca. Sería erróneo presuponer que Luxemburgo pensara que el oportunismo es un mal exclusivo de los intelectuales y que un obrero por su sola condición de tal está al margen del problema. El intelectual “(…)tiene mayor tendencia que el obrero a caer en aberraciones oportunistas. El obrero, decimos, puede encontrar apoyo revolucio­nario real en sus intereses de clase, siempre que no abandone su medio ambiente, o sea, la masa trabajadora. Pero la forma concreta que asume la tendencia al oportunismo del intelectual y, sobre todo, la forma en que esa inclinación se expresa en el terreno organizativo son cuestiones que dependen siempre del medio social en que se mueve”
 Tengamos presente que los oportunistas carecen de principios, se adaptan a la situación en función de sus conveniencias personales. Lo que los lleva a aceptar cualquier reglamento y/o resolución, no jugándose decisivamente por nada en la interna partidaria para quedar siempre bien posicionado. Está claro que en esta concepción ningún estatuto por perfecto que este sea garantiza un freno al oportunismo. Esto sólo es posible si la socialdemocracia tiene un núcleo proletario fuerte, políticamente culto, con la suficiente conciencia de clase como para ser capaz, como en Alemania, de arrastrar a los elementos desclasados y pequeñoburgueses que se unen al partido. En ese caso, la mayor rigidez en la aplicación del principio de centralización y la disciplina más severa formulada específicamente en los estatutos del partido pueden ser una barrera efectiva contra el peligro oportunista.(…)Pero inclusive en este terreno no debemos pensar que el estatu­to del partido es un arma que, de alguna manera, basta por sí misma. Puede, en el mejor de los casos, ser un método de coerción para imponer la voluntad de la mayoría proletaria en el partido. Si esa mayoría no existe de nada servirán las sanciones más drásticas.”
La defensa de Rosa de la disciplina como voluntaria y consciente es fundamental, la opone a la concepción de una disciplina militar. La autodisciplina de la socialdemocracia no es el simple reemplazo de la autoridad de la burguesía dominante por la autori­dad de un Comité Central socialista. La clase obrera será conscien­te de la nueva disciplina, la autodisciplina libre de la socialdemo­cracia, no como resultado de la disciplina que le impone el Estado capitalista sino extirpando de raíz los viejos hábitos de obediencia y servilismo (LUXEMBURGO, 1976: 144-145).

Espontaneísmo y organización partidaria
“Hablemos claramente. Históricamente, los errores cometidos por un movimiento verdaderamente revolucionario son infinitamente más fructíferos que la infalibilidad del Comité Central más astuto” R. LUXEMBURGO “Problemas organizativos de la socialdemocracia” (1904).
El acápite es de los textos más utilizados para contraponer a Luxemburgo con la concepción leninista de Partido. Si bien la cita es de una obra en donde  Luxemburgo critica a Lenin, es necesario contextualizarla en el conjunto del libro y en el momento histórico. Para comprender en toda su magnitud la polémica entre Lenin y Luxemburgo hay que tener en cuenta que el primero intenta unificar en un solo partido a las distintas organizaciones socialistas autónomas y organizar al movimiento obrero en el marco de la más feroz opresión y  la segunda tienen como objetivo que la clase obrera alemana recupere su ímpetu revolucionario ahogado por la estructura  burocrática y reformista del PSDA[x]. Además debemos tener siempre presente que en las polémicas que se desarrollaron en este periodo del movimiento obrero internacional se exacerbaban las posturas para que no existiera posibilidad de confusiones, para delimitar campos, por lo que tomar fragmentos de los textos sin contextualizarlos en el conjunto del pensamiento del autor, puede arrojar errores o tergiversaciones del mismo.
 Rosa en su discusión con Lenin no niega la necesidad de centralismo del partido sino que lo que discute es su grado de centralidad. Este centralismo es necesario para responder al capitalismo. No obstante no lo considera un tema prioritario, como sí lo es en la concepción leninista, sino como una necesidad formal. “En términos generales, es innegable que una fuerte tendencia a la centralización es inherente al movimiento socialdemócrata. (…) la socialdemocracia generalmente es hostil a toda manifestación de localismo o federalismo. Busca unificar a todos los obreros y organizaciones obreras en un partido único, por encima de sus diferencias nacionales, religiosas o laborales. (…)Es claro que la socialdemocracia rusa no debe organizarse como conglomerado federativo de muchos grupos nacionales. Debe cons­tituirse en partido único para todo el imperio. Pero eso no es lo que está en discusión aquí. Lo que estamos considerando es el grado de centralización necesario dentro del partido ruso unificado para hacer frente a la situación peculiar bajo la cual debe funcionar” (LUXEMBURGO, 1976: 142).
El origen de su discrepancia se encuentra en cómo asume la autora  la adquisición de conciencia por parte del proletariado, del lugar que ocupa en la producción y de su objetivo histórico como clase revolucionaria, es decir de cómo pasa de ser clase en sí para convertirse en clase para sí. Lenin desarrolla en el “¿Qué hacer?” la tesis que  dejadas a su propio accionar los obreros organizados no pasaría de una concepción economicista de la lucha, debe ser el Partido el que introduzca la ideología socialista a las masas obreras[xi].
Luxemburgo parte del análisis de que las contradicciones del capitalismo llevarán al mismo a la catástrofe. Estas contradicciones conllevará a la agudización de la lucha de clases. En ese marco la rebeldía espontánea, inconsciente de la clase obrera se irá fogueando y adquiriendo, en el propio proceso de la lucha, un nivel superior.  Esto provocara que los obreros comprendan su papel en el modo de producción capitalista  y el partido se constituirá naturalmente en el centro que aglutina al conjunto de los descontentos, de los excluidos. Para Rosa la organización del Partido y la conciencia creciente de los obreros sobre los objetivos de la lucha y la  lucha misma son distintos aspectos del mismo proceso.
Lo que no resuelve la autora es cómo se genera el movimiento ascensional de la clase obrera. Si el Partido no actúa sobre la clase obrera como vanguardia, si no asume como parte de su papel ingresar desde afuera la ideología socialista e incentivar la elevación de la lucha de clase, su  rol se vuelve pasivo. Se convierte en una organización que espera el desarrollo de la combatividad obrera. En el planteo de Luxemburgo se aprecia una subestimación de la capacidad de dominio consensual de la ideología dominante. Existe además una contradicción entre el pensamiento voluntarista que cree en el autodesarrollo de la conciencia en la clase obrera y la confianza en el desarrollo objetivo de las condiciones de crisis.
No debemos olvidar que la profundización de Rosa sobre el tema de la espontaneidad de las masas apuntaba a un hecho real del desarrollo del PSDA en el que militaba. En  donde observaba con preocupación cómo su influencia y grado de organización podía llevar a que el mismo fuera un freno para el desarrollo de la combatividad de las masas.

El Papel del Partido
“La organización o falsa estimación de la función de la organización en la lucha de clase es completada habitualmente por la subestimación de las masa proletarias no organizadas y de su madurez política” R. LUXEMBURGO, “Huelga de masas, partido y sindicatos” (1906)
Luxemburgo argumenta que el centralismo es una tendencia en función del desarrollo y la educación de la clase obrera. Es el movimiento espontáneo de las masas lo que genera a los grandes dirigentes y la fortaleza de las organizaciones. “Pero es un hecho que la socialdemocracia no está unida al proletariado. Es el proletariado. Y por ello el centralismo socialdemócrata es distinto del centralismo blanquista. Puede ser sólo la voluntad concentrada de los individuos y grupos representantes de los sectores más conscientes, activos y avanzados de la clase obre­ra. Es, por así decirlo, el "auto-centralismo" de los sectores más avanzados del proletariado. Es el predominio de la mayoría dentro de su propio partido” (LUXEMBURGO, 1976:144). Para Rosa la centralización del Partido es producto de accionar consciente del proletariado. La comprensión del centralismo como una necesidad va a garantizar la disciplina consciente y voluntaria. Mientras que los cuadros partidarios lo vean como algo ajeno, caduco o encorcetador se convertirá en una traba para el desarrollo orgánico. La solución frente a estos problemas no puede ser administrativa sino política.
A ello suma la necesidad de una base material del Partido revolucionario. “Las condiciones indispensables para la implantación del centra­lismo socialdemócrata son: 1) la existencia de un gran contingente de obreros educados en la lucha política, 2) la posibilidad de que los obreros desarrollen su actividad política a través de la influen­cia directa en la vida pública, en la prensa del partido, en congre­sos públicos, etcétera.” Y para la autora “estas condiciones no están dadas en Rusia. La primera —una vanguardia proletaria, consciente de sus intereses de clase, capaz de autodirigirse en la lucha política— recién está surgiendo en Rusia. (…)La segunda condición sólo puede existir en un régimen de libertades políticas” (LUXEMBURGO,1976: 144-145). Lenin en su momento discrepó con las conclusiones que sobre el POSDR realizó Luxemburgo, afirmando  teóricamente primero y comprobando prácticamente después que era posible la creación de un partido poderoso y centralizado. No obstante la apreciación inicial era de hecho compartida, hay que relacionar esta afirmación de Rosa con la actitud de Lenin luego de tomado el poder en Rusia y su intento de incorporar obreros al Comité Central del partido. En el proceso de ascenso revolucionario se produce una variación sustancial en  la cantidad y composición del Partido  bolchevique que Lenin advierte.
Su  concepción del desarrollo de la lucha de clases y el papel que cumple el Partido en la misma se ve claramente cuando Rosa contrapone el desarrollo de las masas a la de la propia dirección del Partido. Para ella el desarrollo de la dirección del partido  siempre marcha más atrás en la comprensión de la coyuntura histórica. Analizando la experiencia de la Revolución Rusa de 1905 afirma que “(…)la existencia de ese centro probablemente hubiera incre­mentado la desorganización de los comités locales al acentuar la diferencia entre el avance ávido de las masas y la línea prudente de la socialdemocracia.(…) En general, no se puede "inventar" la táctica de la socialde­mocracia. Es el producto de una serie de grandes actos creadores de una lucha de clases a menudo espontánea que busca la manera de avanzar.” (LUXEMBURGO, 1976: 147)
No es casual que se utilicen estos párrafos por algunos de los llamados “neomarxistas”, que tratan de fundamentar a través de Rosa la inexistencia de dirección. Rosa no niega que la vanguardia debe cumplir el papel de dirigir, incentivar, estar preparada para la lucha y mostrar los movimientos tácticos, sin el cual el movimiento de las masas es caótico, pero lo que define la madurez del momento histórico es la masa y no el partido.  Mientras mayor sea el movimiento de masas, su grado de combatividad menos necesario es la participación de los dirigentes, que estos casos se transforman en ejecutores de los “deseos” de las masas. La tensión está dada entre espontaneidad y conciencia ¿ Es capaz el Partido de poder actuar sobre la espontaneidad sin frenarla?. Dirigir no es obedecer, sino mostrar el camino y que las masas lo asuman como propio. Hay sin dudas una tensión dialéctica, en la que Rosa no comparte la solución dada por Lenin.
“Lo inconsciente precede a lo consciente. La lógica del proceso histórico precede a la lógica subjetiva de los seres humanos que participan en el proceso histórico. Existe una tendencia a que los organismos que dirigen el partido socialista desempeñen un rol conservador. La experiencia demuestra que cada vez que el movi­miento obrero gana terreno esos organismos lo mantienen hasta el último momento. Lo transforman al mismo tiempo en una especie de bastión que detiene aun más el avance.”(LUXEMBURGO, 1976: 147)
La lógica del proceso histórico precede a la lógica subjetiva de los seres humanos que participan en el proceso histórico. Ahora esto no niega la necesidad que el elemento consciente, el Partido como intelectual colectivo, actúe  para forja al “inconsciente” a partir del conocimiento de la realidad. ¿Cómo comprender la realidad sin el papel de educador del Partido?. Se podría argumentar que el elemento espontáneo  producto de la situación objetiva preceda al accionar del Partido, es producto de su incapacidad de valorar correctamente la coyuntura política y prever los posibles escenarios de la lucha de clases o que siempre la estructura partidaria va a mostrar retraso con respecto a lo real concreto. Ahora este es un problema permanente en cualquier partido que se asuma como transformador de la realidad y cuya solución no puede ser una cita de autoridad. Aún en el Partido mejor fogueado la situación del desborde de masas se puede dar, el tema es cómo se posiciona el mismo frente a tal acontecimiento. Pensemos lo  que le ocurre a los propios bolcheviques en julio del 17. Lo que no puede ocurrirle a un partido revolucionario es que esta excepción se convierta en tendencia. Esto conlleva a comprender  entre las redes multicausales cuál es el nudo que hay que desatar. Cuál es el eslabón que tira y hace comprensible la cadena.

 BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA
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[i] Stalin  en un artículo de 1931 “Problemas de la historia del bolchevismo” la hará responsable de la teoría de la revolución permanente de quién Trostky la habría tomado. Así el “luxemburguismo” se transformó en una desviación dentro del movimiento comunista lo que obstaculizo la publicación de las obras completas de Rosa reclamadas por Lenin.  Posteriormente los resurgimientos de las ideas de Rosa se harán para contraponerla a Lenin, así sucedió en los 60 y en parte de los 90.         
[ii] (…)el congreso de París (julio de 1900) decidió la creación de un Comité Internacional Permanente: éste se reunió por primera vez a finales de 1900 y se autodenominó Buró Socialista Internacional (BSI). Estaba formado por dos delegados de cada país, se reunía cada año en sesión plenaria, tenía su sede en Bruselas y disponía de un secretariado permanente en el cual la delegación belga desempeñaba el papel de comité ejecutivo. En un princi­pio, el BSI era tan sólo un rudimentario engranaje en un mecanismo imperfecto. Pero después de 1905, cuando Camille Huysmans se hizo cargo del secretariado, el BSI se consolidó como órgano de coordinación de las iniciativas socialistas internacionales en el intervalo entre congreso y congreso. A sus sesiones anuales asistían normalmente todos los personajes famosos de la gran familia socialista de la época: Vandervelde y Anseele por Bélgica; Jaurés, Vaillant y Guesde por Francia; Kautsky, Singer, Rosa Luxemburg y Haase por Alemania; Troelstra y Van Kol por Holanda; Plejánov y Lenin por los social-demócratas de Rusia; Rubánovich por los socialistas-revolucionarios; Branting por Suecia; Rakovski por Rumania; Keir Hardie y Hyndman por Gran Bretaña; S. Katayama por el Japón; Viktor Adler por Austria; Knudsen y Stauning por Dina­marca; Turati y Morgari por Italia; Hillquit por Estados Unidos.
En 1904 se decidió la formación de una Comisión Interparlamentaria Socialista (CIS), que tenía por objeto «posibilitar una acción común en torno a las grandes cuestiones políticas, económicas e internacionales», coor­dinando las actividades parlamentarias socialistas a escala mundial. De 1906 a 1910 esta comisión convocó cinco conferencias plenarias, que se superpusieron en alguna medida a las reuniones del BSI.
Por último, se propusieron una serie de instancias específicas para determinadas categorías de militantes. Los periodistas socialistas se congregaron entre 1906 y 1910 en cuatro reuniones internacionales. En 1907, la primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas decidió crear un Comité Internacional para cuya dirección fue elegida Clara Zetkin. Hacia esta misma época, por iniciati­va de la Juventud Socialista de Alemania se formó la Federación Internacional de la Juventud Socialista, cuyo comité ejecutivo estaba formado por Henri de Man, L. Frank y K. Liebknecht. La primera Conferencia Interna­cional de la Juventud Socialista tuvo lugar en Stuttgart, paralelamente al congreso de la Internacional. La Internacional de la Juventud, que recibió la adhesión de las organizaciones de jóvenes socialistas de todos los países donde éstas existían, se dotó en 1908 de un secretariado permanente dirigido por Robert Danneberg, y con sede en Viena.
Sin embargo, más que por esta red de instituciones comunes, la cohesión de la Internacional se vio reforzada al imponerse a todas las secciones un modelo común: el Partido Social-Demócrata Alemán. “ (DROZ, 1985: 760-761)
[iii] Bernstein de hecho introduce la polémica en forma implícita y que es retomada por el austromarxismo.
[iv] En este punto se enfrentaban entre otros Kaustky y Plejanov con Lenin, Luxemburgo y Trostky.
[v] La polémica que desarrollaremos será la de Lenin con Luxemburgo.
[vi] “El principio marxista de la lucha de clases y el principio radical del derecho de los pueblos a la autodeterminación no se excluían mutuamente en absoluto. Pero hubiese sido necesario articular el segundo en relación con el primero y, sobre todo, determinar el punto a partir del cual el segundo ponía en peligro la posibilidad de que se alcanzasen los objetivos previstos por el primero. Pero la Segunda Inter­nacional, aunque nunca escatimó resoluciones y declara­ciones, jamás elaboró ni ratificó ningún documento de orden general sobre el problema de la práctica socialista en torno a la cuestión nacional: sólo trató este punto desde el ángulo concreto y cotidiano en que se presentaba “(DROZ, 1985 :774). En tal sentido durante el período estudiado se enfrentaron las tesis de Luxemburgo, Stalin y Lenin, y Renner..
[vii] La internacional había resuelto en varios congreso una táctica preventiva frente a la eminencia de la guerra que incluía, la agitación de masas en torno a la paz, movilización frente a los posibles enfrentamientos armados, propone un arbitraje frente al conflicto y  negarse a la diplomacia secreta (la paz o la guerra debe ser una decisión del pueblo. Frente a la guerra la respuesta debe ser la huelga. Lenin, Luxemburgo, Liebknecht y Trostky permanecería fieles a las resoluciones de enfrentar a la guerra imperialista, mientras que el resto de los dirigentes socialdemócratas claudicaría ante la unión sagrada. La “unión sagrada”, se le llamó a la política de conciliación de clases en función de la defensa de la Nación, básicamente, más allá de las variante en cada país, tuvo dos etapas 1) la votación de los gastos de guerra en el parlamento y 2) la integración de los gobierno burgueses.
[viii] Con un sufragio universal masculino y sobre un total de 397 escaños en el Reichstag. En 1887 obtenía 763.000 votos y 11 escaños parlamentarios, en 1890 1.427.000 votos y 35 escaños,  en 1893 1.786.000 y 44 diputados, en 1898 más de 2.107.000 de votos y 56 escaños, en 1903 3.010.000 y 81 diputados y  en 1907 3.258.000 y 43 diputados. En vísperas de la primera guerra mundial su impresionante fuerza se notaba en que 1912 obtuvo  4.250.000 votos (34.7 %) y 110 escaños. Contaba ese año con un millón de afiliados y publicaba 90 periódicos con más de 1.400.000 suscriptores. Tenía un capital de 21.500.000 de marcos y alrededor de 3.500 funcionarios.
[ix] Para conocer los argumentos de la polémica se puede leer las opiniones de Luxemburgo al respecto en “Problema organizativos de la socialdemocracia” (1904) “La cuestión nacional y la autonomía”(1909) y “Sobre la Revolución Rusa” (1918). Las opiniones de  Lenin sobre los mismos temas son desarrolladas en “Que hacer”(1902) “Un paso adelante, dos pasos atrás”(1904),”Acerca del folletos Junios” (1916) “Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación” (1914) y los escritos posteriores a octubre de 1917
[x] Ahora seamos claro para Lenin el centralismo-democrático es un principio organizativo que es diferente a la forma que asuma la organización. “La camarada Luxemburgo da por supuesto, que yo defiendo un sistema de organización sobre cualquier otro. Pero, en realidad, no hay tal cosa(.…)lo que yo defiendo(…)son los principios elementales de cualquier organización de partido que pueda imaginarse. En mi libro no se examina el problema de la diferencia entre este o el otro sistema  de organización, sino el problema de cómo es necesario apoyar, criticar y corregir el sistema que sea, siempre y cuando no contradígalos principios del partido” LENIN ( AAVV, 1978: 65)
[xi]Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta sólo podía ser introducida desde fuera. La historia de todos los países atestigua que la clase obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de elaborar una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc” (LENIN, 1960:149)

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