lunes, 15 de abril de 2013

EL POPULISMO: PERÓN Y LA ARGENTINA



EL POPULISMO: PERÓN Y LA ARGENTINA
Líber Romero
           
            El 17 de octubre se conmemora en la vecina orilla el día de la fidelidad peronista. En 1943 miles de manifestantes salieron a la calle a reclamar la liberación del general Domingo Perón. A partir de ahí el apoyo popular le permitió acceder a la primera magistratura. El peronismo fue un claro ejemplo de un gobierno populista. Desde hace tiempo vemos como desde el discurso de la derecha se llama populista a varios de los gobiernos de nuestra América. Esto no es casual, se trata de subsumir a todos los ricos y complejos procesos americanos bajo una categoría histórica que tienen ciertas características
            Aprovechemos la instancia para reubicar la categoría histórica, ver cuales son sus características.
           
Características del populismo

            El populismo se enmarca dentro de un tipo de respuesta ante la crisis del modelo agroexportador  y del modelo oligárquico basado en ella producto de las  consecuencias de la crisis del 29. Enmarcado en el surgimiento de una burguesía nacional que intenta lograr el dominio y de una clase obrera que surge como protagonista, pero que pese a su combatividad es aún débil organizativamente.
            La bancarrota del modelo se produce debido a la crisis de 1929. Crisis de superproducción del sistema capitalista. Recordemos nues­tra función como productores de materias primas que se afianza y consolida en toda América a partir de 1850 lo que permite por un lado el desarrollo de las fuerzas productivas y por otro nos inserta en forma dependiente en el mercado mundial. La potencia que asumía el rol predominante en el siglo XX era Inglaterra (en Uru­guay este proceso se consolida bajo el gobierno de Latorre).
            La debilidad numérica de la burguesía (peso específico dentro de la producción) le impide realizar, en forma completa, la revolución burguesa, teniendo que aliarse con un sector de la oligarquía. Para Agustín Cueva es un proceso asimilable a la revolución burguesa
            "(…)Si se quiere emplear la terminología gramsciana, podría decirse que es una de las modalidades políticas de la realización de la revolución burguesa «pasiva», a través de la cual se cumplen, aunque de manera vacilan­te, tortuosa e incompleta, algunas de las tareas indispensables para el tránsito de la sociedad oligárquica a la sociedad burguesa moder­na" [i]
            Se forma así una alianza tácita en donde la burguesía en el poder no atentará contra la oligarquía agraria. En un mundo en donde los precios agrícolas han caído notoriamente, defenderá sus intereses productivos. Los precios serán controlados por el Estado que distri­buirá las ganancias del sector agropecuario en el sector secundario, a través de una política de cambios múltiples, para fomentar la indus­tria (que en la mayoría de los casos es sustitutiva).

La burguesía y la clase obrera

            Para asegurar su poder de presión, frente a los terratenien­tes, tratará de aglutinar dentro de su proyecto a la clase obrera. Clase a la cual pretenderá mantener bajo su control prohibiendo todo in­tento de autonomía de clase; para ello utilizará tanto la represión como la cooptación. La represión se manifestará en la persecución de los partidos obreros y de todo dirigente sindical clasista. La coopta­ción se hará a través, por un lado, de la colocación de dirigentes “obreros” adeptos al sistema. Los sindicatos se transformarán en una polea de transmisión, a través del ministerio de trabajo, de los planteos populis­tas. Se trataba de controlar las manifestaciones obreras para que la clase  no llegue a cuestionar el sistema.
            Un claro ejemplo de esto ultimo se ve en la huelga de los trabajadores del ferrocarril en donde los mensajes desde el gobierno eran claros: “Cualquier intento de turbar la vida interna del gremio ferroviario es un ataque a la Patria, al Justicialismo y al General Perón”(noviembre de 1950).
            El enemigo a destruir por parte de Perón es claro. " Yo les voy a aplicar la ley: pero nada más que ley (…) A esos señores radicales, comunistas y socialistas que viene perturbando el panorama nacional de entregarlos a la justicia federal acusándolos de violar las ley de Seguridad del Estado (…)voy a decretar la movilización de todo ese personal que se niega a concurrir a sus tareas. Decretada la movilización, el que concurre a su trabajo será movilizado en él; el que no concurra, tendrá que ser procesado e irá a los cuarteles, se incorporará bajo el régimen militar, de acuerdo con el Código de Justicia Militar(…)"
            Con los sindicatos que se adecuan a la situación de obedecer al gobierno se llega a un “pacto social”. Los obreros sindicalizados obtuvieron mejoras salariales, estabilidad en el empleo y en la seguridad social. Los sindicatos adquirieron fuerza en la negociación y se fortalecen porque sólo reciben aumento los que están afiliados.
            El resultado de la cooptación se nota en las propias declaraciones de la CGT, en donde reafirma“(...)su apoyo inquebrantable al Líder. Su excelencia el señor presidente de la República, General Juan Perón, y su decisión de apoyarlo en su patriótica misión con lo mejor de su fuerza moral y física para asegurarle continuidad y permanencia en el trabajo iniciado y llevado a cabo por el General Perón” y además “su deseo vehemente de que el General Perón sea reelecto Presidente de la República Argentina, a fin de asegurar la prosecución de su trabajo histórico a favor del país y de las masas trabajadoras”

El campesino

            El campesinado será marginal dentro de la política populista debi­do a que su condición precaria y paupérrima será la base económica de la alianza dentro del bloque de poder. El bajo salario de los traba­jadores rurales permitirá mantener los precios de los productos que ingresan a las ciudades a un bajo costo. Este sistema permite a los obreros adquirir los productos necesarios para la reproducción de su fuerza de trabajo. Este bajo costo general tiene como resultado aumentar la tasa de ganancia de todo el sistema.
            El éxodo rural, que al mismo tiempo se producirá hacia las ciuda­des, en busca de poder salir de la miseria, forma parte del proceso de base social del populismo.
            Esta situación permitirá contar a los gobiernos populistas con un importante ejército de reserva. Al tiempo que los campesinos que ingresan al mercado laboral llenan con un contenido ideológico par­ticular a la clase obrera. En su absoluta mayoría son analfabetos que basan su vida en relaciones personales y paternales. Estos nuevos trabajadores sobrepasan numéricamente a la antigua clase obrera. Los sindicatos en proceso de formación, y en especial partidos comunistas pequeños y recién formados, son avasallados por ese in­greso masivo. El proceso de formación de la conciencia de clase se torna, pues, extremadamente complejo.

El culto al líder

            El líder populista buscará explotar esta situación generándose una imagen paternalista, comunicándose con la masa a través de un lenguaje en apariencia clasista. El Estado aparecerá como volcado a los desarrapados.
            En el Partido Justicialista se  aceptaba verticalmente las decisiones de Perón.  Se fundamenta a la interna la inefabilidad de Perón. La imagen que se transmite de él es que es un genio, que no se equivoca y que por lo tanto no se debe criticar. El peronista debe obedecer a Perón[ii] . El objetivo es que este culto a la personalidad fuera parte de la educación formal[iii]. Esto no era compatible con la libertad de cátedra, con la libre circulación de las ideas, no es casual que se cierre la Universidad.

El nacionalismo

            Una de las características que se remarca de los gobiernos populistas son los procesos de nacionalización, que sin dudas son un avance en tanto permite reincorporar a la economía nacional importantes sectores productivos y de servicios. El tema de fondo como esta adquisición es redistribuida, porque es ahí donde se ven los contenidos y los  limites de clases de los procesos.
            El gobierno peronista adoptó una política de nacionalización de las inversiones extranjeras unido a la repartición de la deuda. Se nacionalizo el Banco Central, se compraron los ferrocarriles, los telégrafos, la compañía de Gas y las empresas eléctricas del interior (a excepción de las que suministraban energía a Buenos Aires).
            La industria fue favorecida con la creación del IAPI un organismo estatal que centralizo el comercio exterior, este compraba a los productores a precio fijo revendiendo a los internacionales en una coyuntura de precios altos. Los mayores ingresos eran destinados a solventar las importaciones de insumos y combustibles. Al decir de Perón  “Nosotros queremos crear trabajo para nuestros hombres y no traer capitales de explotación, y menos aún capital en forma de perfumes, "whisky" y otras cosas por el estilo. Nosotros queremos maquinarias para que no sigan exportando nuestro trabajo. De ahora en adelante recibirán aceite en vez de semilla de lino, y dentro de poco pinturas: después tendrán  que traer sus casas para que se las pintemos nosotros. El trabajo argentino lo vamos a defender". La industria fue además protegida con cambios preferenciales y protección tarifaría, con una     amplia política crediticia manejada desde el Banco Industrial.
            Hay que tener presente que a nivel agrario la oligarquía no fue destruida. La reforma agraria avanzo lentamente y en terrenos baldíos. Aunque la congelación y prorrogas de los arrendamientos rurales termino por convertir  en propietarios a la mayoría de los arrendatarios.
           
A modo de conclusión

            Sobre la base de lo anterior podemos afirmar que plantear que existe un populismo de izquierda es un error. El populismo siempre defendió los intereses de la clase dominante. No podemos confundir algunos aspectos de su forma (especialmente la verborragia) con su conte­nido.
. "En principio, el estado denominado “populista” no es más que el estado capitalista moderno, que refleja tanto el predominio de la fracción burguesa industrial como determinados efectos de la lucha de las clases trabajadoras y en particular del proletariado. Pero ocurre que este tipo de estado, que ha venido conformándose a partir del declive del estado oligárquico, adquiere características específicas al amparo de la coyuntura internacional de 1945-55, que le permite desarrollar una dimensión “arbitral” y “benefactora”, “antioligárquica” y "nacionalista” -
            El aspecto "antioligárquico” no le viene desde luego de cumplimiento de una tarea democrático-burguesa como sería la de reforma agraria, que no realiza, sino del hecho de tener que supeditar a la fracción agroex­portadora con el fin de transferir hacia el sector indus­trial y hacia el estado mismo buena parte del excedente que de otro modo captarían directamente los burgueses agrarios. Con esta transferencia impulsa un proyecto de industrialización que(…) se desarrolla en esta fase ampliando el empleo y elevan­do los salarios reales. Ahora bien, tal elevación no se rea­liza espontáneamente, por la generosidad de la burguesía industrial, sino a través de enfrentamientos continuos entre ella y el proletariado, que el estado justamente se encarga de “arbitrar”. La “bonanza” coyuntural de la economía en general crea un espacio suficiente de neg­ociación como para que el estado aparezca confirmando aquel papel. Robustecido por la parte que ha captado del  excedente, puede además realizar unos cuantos gastos “sociales’, con lo cual ratifica su condición de welfare state.
            En fin, el estado burgués refleja en esta fase la apa­riencia de viabilidad de un desarrollo nacional autónomo y —lo que ya no es una mera apariencia— ciertos es­fuerzos encaminados a lograr este objetivo. En tal pers­pectiva debemos ubicar un hecho típico como el de la conformación de un sector capitalista de estado, más o menos sólido  en los casos, que intenta convertirse en motor y siquiera promotor del desarrollo burgués nacional, asumiendo actividades económicas estratégicas que la “iniciativa privada” nativa es incapaz de empren­der. Hay que tener presente que no se trata aún de la implantación de un capitalismo monopolista de estado, como el que se consolidará después desmantelando o simplemente refuncionalizando al sector estatal pre y en cierto sentido antimonopólico, sino de uno de esos mo­vimientos relativamente autonomistas que todavía podían efectuar las burguesías locales, apoyadas en las masas y al amparo de una coyuntura económica favora­ble como la del período de posguerra.
            Si hacia fines del primer peronismo la renuncia al proyecto autonomista parece evidenciarse, a fines del último varguismo no ocurre lo propio: el testamento político del contradictorio caudillo brasileño demuestra más bien su voluntad empecinada de seguir por ese cami­no. Como quiera que sea, importa subrayar que en este campo el estado denominado “populista” tampoco se asienta en el vacío, sino que se yergue sobre el espacio objetivo de la contradicción nación / imperio, que intenta resolver en favor del primer término, aunque con las vacilaciones y altibajos propios de la burguesía a la que representa. Los ideólogos del imperio tienen por lo demás muy clara esta situación, que a sus ojos aparece como un “chantaje” o como una aberrante manifestación de “ultranacionalismo”."[iv]
           


[i]  Çitado en Selva López. “Brasil(1945-1964) Modelos de de­sarrollo”, Montevideo, EBO, 1989
[ii] "Yo, que he tenido la debilidad de estudiar profundamente a todos, los grandes de la historia, y ustedes, que lo habrán hecho tanto como yo, sabemos que en todos los grandes hombres hay errores y defectos, que se les perdona porque son genios, y a los genios se les perdona todo.
Pero a veces a los argentinos nos parece mentira -Perón es un genio que no tienen defectos-  y si tuviera sería uno solo: tener demasiado corazón, que sería el más sublime de todos los defectos, ya que Cristo perdonó a quienes lo crucificaron-(…) Deberíamos nosotros elevar todos los días nuestra  mirada y nuestro recuerdo hacia la figura patricia del General Perón; seríamos entonces cada día más buenos" Eva Perón (1951)
[iii] “Vamos a llevar el peronismo al alma del niño argentino, pues nos reservamos el derecho de que la niñez argentina aprenda a amar a la Patria y a Perón desde su cuna (...) todos los niños del país antes de decir ‘papá´ deben de decir ´Perón´” Eva Perón (1950)
[iv] CUEVA, Agustín “El desarrollo del capitalismo en América Latina”, México, Siglo XXI, 1994, 15º ed,  pp209-211

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