lunes, 15 de abril de 2013

LA REVOLUCIÓN DE 1848 Y EL MANIFIESTO COMUNISTA



LA REVOLUCIÓN DE 1848 Y EL MANIFIESTO COMUNISTA
Líber Romero

El manifiesto comunista dio a luz en el marco de la revolución burguesa de 1848. La revolución se expandió con enorme rapidez por toda Europa, fue la primavera de los pueblos. Es parte del ciclo de revoluciones burguesas que irán demarcando las características de las clases en pugna del capitalismo.
La revolución industrial se había afianzado en algunas zonas de Europa y el proletariado moderno recién se estaba conformando. Todavía no estaba madura en la conciencia del conjunto de los trabajadores sobre la contradicción fundamental entre capital y trabajo.
La revolución del 48 será en donde se enfrenten, claramente y directamente, por primera vez la burguesía y el proletariado. A partir de la misma será una necesidad de primer orden, para amplios sectores de la clase, generar las herramientas organizativas y políticas de la clase obrera.

Las características de Europa en 1848

En 1848 la mayoría de la población del mundo era campesina. La servidumbre de la gleba  había sido abolida en gran parte de los países europeos occidentales mientras que en la zona oriental era aún mayoritaria. La esclavitud si bien había disminuido, por la prohibición del trafico, aún preponderaba como mano de obra en grandes extensiones(Brasil, sur de EEUU y Cuba). Solo algunos países Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda y algunos núcleos en Alemania habían desarrollado las características de la sociedad industrial
La monarquía era el gobierno predominante en Europa. Salvo excepciones en donde un parlamento- electo censitariamente- ponía límites al poder  en el resto de Europa dominaban los reyes absolutos.
Los obreros a excepción de Inglaterra no eran significativos desde el punto de vista cuantitativo y en la mayoría de los países en donde existía industria su organización eran débil o no existía todavía. Dentro del incipiente movimiento obrero el sector más consciente pertenecían a los  trabajadores manuales de los talleres.  Sin embargo, la incipiente  clase obrera comenzó a tener conciencia de clase para sí y su surgimiento como sujeto transformador fue visualizado por un conjunto de intelectuales de izquierda que la empezaron a ver como objeto de sus publicaciones.
La revolución del 48 estalla en el marco de una doble crisis: crisis agrícola de tipo antiguo, crisis de crédito de nuevo tipo. La miseria que provocó la crisis del 47 no pasó de revueltas aisladas. A esta base económica se sumaran los problemas no resueltos en el ámbito político. La pequeña y mediana burguesía querían disfrutar del poder político que no tenía y veía acaparado por la gran burguesía en alianza con los sectores terratenientes. Sus reclamos confluirán con  una clase obrera incipiente que ira deslindando sus intereses de clases y que por lo tanto aparecerá como antagónica frente al modelo burgués.
Por un tema de espacio solo desarrollaremos los sucesos en Francia, en donde se ve claramente los intereses contrapuesto de la burguesía y el proletariado.

El desarrollo de la revolución del 48.

La revolución en Francia fue heredera  tanto de las contradicciones económicas de la revolución  industrial como del grado de influencia socialista en los obreros de Paris. En Francia la década del 30 marco el comienzo de la asociación de los obreros en grupos organizados con sus propios medios de prensa. Sobre el influyeron las ideas de Babeuf ( a través de su discípulo Bounarotti), Blanqui, Barbés, Blanc, Cabet, Proudhon y los sansimonianos. Sus postulados iban desde el reformismo a la insurrección popular.
La revolución atravesó diversas etapas desde la exigencia de reformas leves hasta la revolución popular. Todo comenzó con una campaña apoyada por  oposición liberal de organizar banquetes a favor de una extensión del sufragio. Cuando el ministro Guizot los prohibió los lideres de la oposición retrocedieron mientras que los periódicos más radicales llamaron a grandes movilizaciones. La guardia nacional de constitución burguesa en vez de dispersar a la multitud se puso de su lado. El rey destituye el  23 de febrero a Guizot. Las movilizaciones en vez de amainar se profundizan y el 24 los manifestantes toman por asaltos las armerías. Luis Felipe abdica y huye a Inglaterra. Se intento formar una Regencia pero las masas invadieron la Cámara y recibieron con entusiasmo a un nuevo gobierno “provisional”, formado por nombres extraídos de las listas propuestas por los diarios radicales de diputados. Allí estaba el dirigente radical Ledrun-Rollin, el poeta Lamartine, pero también el socialista Lois Blanc y el obrero metalúrgico Albert. 
“(...Arrancada por el proletariado con las armas en la mano, éste le imprimió su sello y la proclamó república social. Con esto se indicaba el contenido general de la moderna revolución, el cual se hallaba en la contradicción más peregrina con todo lo que por el momento podía ponerse en práctica directamente, con el material disponible, el grado de desarrollo alcanzado por la masa y bajo las circunstancias y relaciones dadas. De otra parte, las pretensiones de todos los demás elementos que habían cooperado a la revolución de febrero fueron reconocidas en la parte leonina que obtuvieron en el Gobierno. Por eso, en ningún período nos encontramos con una mezcla más abigarrada de frases altisonantes e inseguridad y desamparo efectivos, de aspiraciones más entusiastas de innovación y de imperio más firme de la vieja rutina, de más aparente armonía de toda la sociedad y más profunda discordancia entre sus elementos. Mientras el proletariado de París se deleitaba todavía en la visión de la gran perspectiva que se había abierto ante él y se entregaba con toda seriedad a discusiones sobre los problemas sociales, las viejas fuerzas de la sociedad se habían agrupado, reunido, vuelto en sí y encontrado un apoyo inesperado en la masa de la nación, en los campesinos y los pequeños burgueses, que se precipitaron todos de golpe a la escena política, después de caer las barreras de la monarquía de Julio.”[1]
Estas contradicciones marcada por Marx se ven en las medidas del gobierno provisional: decretó las elecciones sobre la base del sufragio universal masculino, todas las deudas gubernamentales fueron atendidas y los intereses pagados, para equilibrar el presupuesto se decidió un impuesto directo complementario que recayó esencialmente sobre los campesino. Louis Blanc presento el proyecto de los talleres nacionales que habría supuesto crédito del gobierno a gran escala para expandir la industria y crear empleo, el proyecto mutilado en la concepción mantuvo el nombre. Solo 12.000 de los 120.000 desocupados consiguieron trabajo,
El 23 de abril se realizó la elección a la constituyente en donde vencen los republicanos moderados de Lamartine que obtuvieron mas de 500 bancas. Los realistas-orlenistas y legitimistas- obtuvieron 300 mientras que los socialistas y sus aliados menos de 100. El peso de la Francia rural se hizo sentir mas aún con una campaña que culpaba a los obreros del impuesto directo supuestamente implantado para subvencionar el trabajo.
En un intento por establecer el equilibrio, los dirigentes de los clubes organizaron otra “insurrección”- El 15 de mayo una movilización de 14.000 obreros de los talleres nacionales invadieron la Asamblea  con el propósito de presentar una petición a favor de la guerra contra Rusia en defensa de Polonia. Los manifestantes desarmados fueron rápidamente disuelto por la  Guardia Nacional. Se consideró a la acción como un golpe de Estado y la burguesía se ensaño con el sector más avanzado. Blanqui, Albert, Barbés y 400 personas mas fueron arrestados.
La burguesía actúa para desorganizar la base social. Se decreta en el proceso el cierre de los talleres nacionales el 21 de junio. La opción que les quedaba a estos obreros, para no morirse de hambre, era enlistarse en el ejército. Era una clara provocación. El 22 de junio, 1.200 o 1.500 obreros se movilizaron para dialogar con el gobierno, que respondió con amenazas. La respuesta fue de masas. La insurrección que se produce dura tres días y llego a sumar a 100.000 hombres. La exigencia inmediata era: restablecer los talleres nacionales y disolver la Asamblea que los había cerrado. A medidas que el proceso  se iban sumando otras exigencias.”Las banderas que flameaban sobre las barricadas llevaban lemas como “Organización del Trabajo por asociación”, “Abolición de la explotación del hombre por el hombre”, “Respetar la propiedad privada, muerte a los ladrones” y “Trabajo y pan o muerte” y las escasa proclamas que se emitieron expresaban la exigencia, familiar ya, de “la Republica democrática y social”.[2] La aterrada burguesía nombra como dictador provisorio al general Louis Cavaignac que somete a las masas a sangre y fuego.
“Venció la república burguesa. A su lado estaban la aristocracia financiera, la burguesía industrial, la clase media, los pequeños burgueses, el ejército, el lumpemproletariado organizado como Guardia Móvil, los intelectuales, los curas y la población del campo. Al lado del proletariado de París no estaba más que él solo. Más de 3.000 insurrectos fueron pasados a cuchillo después de la victoria y 15.000 deportados sin juicio. Con esta derrota, el proletariado pasa al fondo de la escena revolucionaria. Tan pronto como el movimiento parece adquirir nuevos bríos, intenta una vez y otra pasar nuevamente a primer plano, pero con un gasto cada vez más débil de fuerzas y con resultados cada vez más insignificantes. (...)Sus jefes más importantes en la Asamblea Nacional y en la prensa van cayendo unos tras otros, víctimas de los tribunales, y se ponen al frente de él figuras cada vez más equívocas. En parte, se entrega a experimentos doctrinarios, Bancos de cambio y asociaciones obreras, es decir, a un movimiento en el que renuncia a transformar el viejo mundo, con ayuda de todos los grandes recursos propios de este mundo, e intenta, por el contrario, conseguir su redención a espaldas de la sociedad, por la vía privada, dentro de sus limitadas condiciones de existencia, y por tanto, forzosamente fracasa. (...)
Ciertamente, la derrota de los insurrectos de junio había preparado, allanado, el terreno en que podía cimentarse y erigirse la república burguesa; pero, al mismo tiempo, había puesto de manifiesto que en Europa se ventilaban otras cuestiones que la de «república o monarquía». Había revelado que aquí república burguesa equivalía a despotismo ilimitado de una clase sobre otras. Había demostrado que en países de vieja civilización, con una formación de clase desarrollada, con condiciones modernas de producción y con una conciencia intelectual, en la que todas las ideas tradicionales se hallan disueltas por un trabajo secular, la república no significa en general más que la forma política de la subversión de la sociedad burguesa y no su forma conservadora de vida(...).”[3]

Las enseñanzas que produjo la revolución.

Nunca hasta el momento una revolución se había expandido tan rápido, había logrado tantos éxitos y  fracasado en tan corto plazo. No obstante la experiencia que de ella sacaron Marx y Engels fueron fundamentales para la teoría de la revolución. Más allá de las diferencias nacionales la revolución tuvo dos características que preanunciaban lo nuevo. Fue una revolución en donde quienes se pusieron a la cabeza de las movilizaciones fueron los trabajadores y producto de esta circunstancia la burguesía liberal que llegaba al poder rápidamente se asocio al bloque en el poder por temor a la revolución social.
En el curso de la revolución se vio como la pequeña burguesía tiene potenciales tanto revolucionarios como contrarrevolucionarios. El desarrollo del primero depende del grado de organización, desarrollo programático y movilizativo de la clase obrera, es decir de su capacidad de ser hegemónica. Porque la pequeña burguesía puede tornarse revolucionarias sólo en la medida en que comienza a defender sus intereses  futuros y no los del momento, en la medida en que puede abandonar su  propio punto de vista para adoptar el del proletariado
"(...)la posibilidad de ganar a los campesinos y a la pequeña burguesía para la revolución proletaria o para la contrarrevolución depende objetivamente de la dualidad de su naturaleza social como trabajadores y como propietarios. Desde luego, según las condiciones de los distintos países, también desempeñan un papel bastante importante otros factores, vinculados con la correlación de las fuerzas de clase en un momento dado, con las tradiciones históricas, con el nivel de desarrollo de la conciencia de clase y con el grado de organización de las fuerzas revolucionarias y contrarrevolucionarias. El hecho de que esa posi­bilidad se convierta en realidad depende además de las condiciones concretas y de las acciones políticas concretas de las fuerzas revolucionarias y de sus adversarios"[4]
En tanto propietario son conservadores y por lo tanto pueden llegar a formar parte de la contra revolución, especialmente tratándose de aquellas capas de la pequeña burguesía cuyos status social está muy ligado con la formación económico-social precedente. En tanto trabajadores pueden integrar el "bloque revolucionario" en tanto son capas sociales permanentemente amenazadas por el sistema capitalista con la destrucción y el aniquilamiento.
Hay que tener en cuenta en determinados momento sectores de clase avanzados pueden estar dentro del campo de la contrarrevolución(pe. La Vendeé en la Revolución Francesa).
La contrarrevolución tratara de aparecer como la representante del progreso, de la civilización, del orden. No toma en cuenta las fronteras nacionales ni la soberanía de los pueblos para perseguir o acabar con la revolución y los revolucionarios. Así quedo demostrado en la ayuda de Rusia para acabar con la rebelión húngara.
Marx y Engels al generalizar la experiencia de la revoluciones de 1848-1849 plantea la necesidad del deslinde ideológico y organizativo entre el proletariado y la democracia pequeñoburguesa y la creación de una organización independiente y clasista del proletariado: el Partido obrero. Esto no implica que los obreros por si solo puedan hacer la revolución sino que deben ser capaces de generar una amplia alanzas de clases en donde el papel de vanguardia política-organizativa sea llevada adelante por ellos. Lo principal es no permitir que le arrebaten a las masas lo conquistado y hacer avanzar la revolución
La revolución del 48 demostró que el "(...)proletariado no resultó ser lo suficientemente fuerte para obtener sus reivindicaciones, pero su influencia en el curso de los acontecimientos revolucionarios fue lo bastante grande para asustar a la burguesía con la perspectiva de encontrarse enfrentada a él sin la acostumbrada defensa del pasado, como el ejército, la policía y toda la maquinaria del Estado absolutista-feudal. Por ese motivo, escribió Marx, en vez de luchar por sus intereses sociales, por sus propios intereses dc clase, por el poder político, la masa funda­mental de la burguesía prefirió la posibilidad de «entregarse con­fiadamente a sus negocios privados bajo la protección de un go­bierno fuerte y absoluto”. En otros términos, si la realización de los intereses de clase fundamentales de la burguesía en cuanto a liquidar todo obstáculo al desarrollo capitalista en el ámbito de la economía y especialmente en el de la política puede fortalecer de algún modo al proletariado (o a la burguesía le parece que puede fortalecerlo), ésta concilia con los círculos absolutista-feudales principalmente en la esfera de la lucha por el poder político."[5]



[1] MARX, C- ENGELS, F., “Obras Escogidas en tres tomos”, Moscú, Progreso, 1986, t.1, p.413-414.,
[2] RUDÉ, George, “La multitud en la historia”, México, Siglo XXI, p.178.
[3] MARX, C.-ENGELS, F., ob.cit. pp.415-416
[4] AAVV "Dialéctica de la revolución y la contrarrevolución", Buenos Aires, Cartago, 1987,p.37
[5] Ídem, p. 49

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